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Cuatro avances que trajo la revolución industrial a las ciudades

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Autor | Jaime Ramos

Pocos eventos históricos han afectado más al devenir de nuestra especie como la industrialización. ¿Qué implicó, qué avances trajo y qué regiones en la actualidad afrontan los mayores retos industriales?

¿Qué es la Revolución Industrial?

El término Revolución Industrial se basa en una serie de transformaciones de índole tecnológica que inciden en los ámbitos económico y social y que terminan por modificar y rediseñar los pilares básicos de la civilización. A partir de la implementación de los modos de producción, la Revolución Industrial aglutina toda una serie de pequeñas revoluciones: demográfica, tecnológica, económica, social y, por supuesto, urbana.

Y es que, el concepto de ciudad, tal y como lo conocemos en la actualidad, viene auspiciado por la primera Revolución Industrial que se consolidó en Gran Bretaña en el siglo XVIII:

"Las ciudades crecieron porque las fábricas necesitaban mano de obra y trabajadores cuyas familias requerían lugares donde habitar cerca de sus trabajos. Fábricas y ciudades atrajeron millones de inmigrantes en busca de trabajo y una vida mejor en los Estados Unidos", explica el historiador Alan Singer.

Avances urbanos de la Revolución Industrial

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La investigación y el desarrollo técnico-científico contienen el germen de la industrialización. El valor de la icónica máquina de vapor de Boulton y Watts se encarna, no tanto en sus posibilidades físicas materiales, sino en la idea de una aplicación trasversal y universal. Este patrón se ha repetido en a lo largo de la historia reciente en los grandes avances que han afectado a las ciudades.

Cuatro motores: del vapor al hidrógeno

La máquina de vapor fue solo el inicio de una era en la que el devenir de los propulsores revolucionó la economía. Han sido tres los propulsores que han acelerado el cambio.

Tras el vapor, llegaron el eléctrico y el de combustión. Este último terminó por imponer la hegemonía de los sistemas capitalistas de producción en masa, con Henry Ford y su Model T aupados a un pedestal celestial.

Los frutos actuales de ese modelo muestran un colapso social, y medioambiental y de movilidad preocupante. La nueva revolución que persigue remediar esto busca la resurrección hegemónica del motor eléctrico, con la vista puesta también en el hidrógeno.

Combustible y energía

Relacionado con lo anterior, la Revolución Industrial alteró los flujos energéticos mundiales, centrados desde entonces en los combustibles fósiles y la generación de energía eléctrica. Las ciudades se iluminaron, calentaron y refrigeraron. Ahora bien, a día de hoy seguimos pagando los males de los modelos más contaminantes y de la dependencia energética entre regiones.

Saneamiento, agua corriente y alcantarillado moderno

La primera revolución industrial trajo aparejada superpoblación, urbanización desmedida, una baja salubridad y contaminación. Las ciudades inteligentes combaten estos, junto a los nuevos desafíos que plantea la industrialización presente, como por ejemplo los problemas de suministro y tratamiento del agua.

Entre las soluciones multidisciplinares encontramos los métodos de reaprovechamiento como el de Londres, las nuevas redes de saneamiento y alcantarillado; otros modos de obtener partido del agua (como la energía mareomotriz) o herramientas de gestión a gran escala como Blueprint.

IA y Big Data: conectividad y automatización

La más reciente de las revoluciones, la bautizada como Cuarta Revolución Industrial llega aupada por tecnologías como la Inteligencia Artificial y la gestión masiva de datos. Como la máquina de vapor, sus aplicaciones muestran una transversalidad tal que cambiarán nuestros hábitos de vida y los flujos urbanos.

¿Hacia un nuevo urbanismo? Industrialización explosiva en África y Asia

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La historia ha mostrado cómo las regiones han asimilado su despertar industrial de forma muy diversa. Si el detonante original británico se coció a fuego lento, hemos asistido a ejemplos que conllevan una celeridad vertiginosa. Es el caso de países asiáticos como Japón o China. En algunos casos, se ha pasado de modelos seudofeudales a sociedades industriales en pocas décadas, amparadas bajo un mismo esquema, el de una gran fertilidad científico-técnica.

"Todas las regiones asiáticas se han industrializado más rápido que la media (…), el Este Asiático, aún marginal en términos de desarrollo en 1970, se ha convertido en el mayor núcleo industrial en 2015", apuntan desde las Naciones Unidas.

Siguiendo el ejemplo asiático, la industrialización en África supone el siguiente reto. Constituye una oportunidad histórica para remontar las consecuencias y abusos de la industrialización ajena en el continente. El actual crecimiento que experimentan las ciudades africanas puede ser una bendición para su despegue económico y, según se gestione, para el resto del planeta.

Imágenes | Wikimedia.commons/Ermell, Wikimedia.commons/Le Grand Portage, Wikipedia

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