Autor | Jaime RamosDurante la anterior década no dejamos de leer que el hidrógeno es el combustible del futuro. Investigadores, autoridades, fabricantes de automóviles y compañías petrolíferas llevan años insistiendo en las bondades del elemento H. Y sin embargo, nunca llegan a materializarse de forma extendida.Aunque ya podemos ver numerosos ejemplos de su aplicación en la movilidad, el hidrógeno tiene un camino repleto de obstáculos para cumplir su sueño de sustituir a los combustibles fósiles. De salvarlos, confirmaría el aura de visionario de ciencia ficción de Julio Verne, ya quien sacaba a relucir al hidrógeno en su decimonónica novela La isla misteriosa.
Abundancia y volatilidad, las dos caras del hidrógeno
El hidrógeno es el elemento químico más abundante en el universo. El cálculo científico es que constituye el 75% de la masa que encontramos en el sistema solar. Los proponentes de sus aplicaciones suelen exponer este punto como el primero de sus argumentos, apuntando a una situación utópica en la que literalmente estaríamos rodeados por combustible limpio y en cantidades virtualmente inagotables.Sin embargo, dicha abundancia encuentra un inconveniente fundamental. Viene derivada de que el hidrógeno, como suele explicarse en las clases de química del instituto, "se va con cualquiera". Por sus características tiende a asociarse a otros elementos, formando moléculas complejas que deben ser rotas para obtener hidrógeno en estado puro. Este proceso requiere una cantidad significativa de energía y resulta además en productos químicos potencialmente contaminantes. Esto es lo que sucede, por ejemplo, al tratar de obtener hidrógeno de fuentes ricas en él como el gas natural.
Una sutil batalla por la sostenibilidad global
Desde el punto de vista de un número no despreciable de fabricantes de automóviles, como por ejemplo Toyota, la pila de combustible de hidrógeno es una tecnología revolucionaria. Constituye el corazón de los sistemas de motorización de algunos vehículos ya en funcionamiento y destaca porque no quema el hidrógeno en un motor de explosión, sino que lo utiliza para generar energía eléctrica aprovechable por motores silenciosos. Mientras que un vehículo eléctrico tradicional almacena su energía en baterías de iones de litio, altamente contaminantes, uno de pila de combustible lo hace en forma de hidrógeno. El resultado de los procesos necesarios para generar electricidad de energía son emisiones de vapor de agua. Y nada más. El planteamiento ha resultado ser lo suficientemente interesante para gigantes como Amazon, que ya con una flota de casi 3.800 vehículos movidos por hidrógeno.El hidrógeno se ha posicionado así dentro de un sutil combate de I+D que vive la movilidad en contraste con el sector energético. Los frentes se dividen entre aquellos que creen que será posible una producción limpia y barata y los que apuestan por dar de lado al hidrógeno por existir soluciones más asequibles desde el punto de vista económico, pero también medioambiental.¿Una revolución demasiado cara?
