Autores | M. Martínez Euklidiadas, Raquel C. Pico
La electrificación de los vehículos es un prerrequisito para la sostenibilidad ambiental y una calidad de aire aceptable en entornos urbanos. En estos las Zonas de Bajas Emisiones no dejan de extenderse desde su centro junto a las zonas vetadas al tráfico rodado privado. Nadie duda ya del potencial del coche eléctrico a la hora de afrontar los retos de la transición verde, pero esto no impide que se abran nuevas cuestiones al debate. Más allá de cuestiones conectadas al precio, a la autonomía o hasta a la preparación de los talleres y puntos de reparación para afrontar las necesidades de estos nuevos modelos de coches, la pregunta es: ¿están nuestras redes eléctricas preparadas? ¿Hay generación de energía suficiente?
Es una cuestión que se ha vuelto todavía más de actualidad por culpa de los últimos ajustes normativos y el impulso generalizado del coche eléctrico. La prohibición de los motores diésel en Europa o la creciente presión en las ciudades para alcanzar objetivos climáticos han despertado todavía más interés por un cambio hacia un modelo de movilidad con cero emisiones o las menos posibles y más EVs (como se conoce por sus siglas en inglés a los vehículos eléctricos) e híbridos.
Energía eléctrica frente a combustión
La forma de energía usada para mover algo importa. La eficiencia ‘del pozo a la rueda’, que mide la eficiencia global desde que se extrae el recurso (petróleo o fluido eléctrico) hasta que el vehículo se desplaza, demuestra que usar energía en coches es básicamente un desperdicio. Los mejores motores térmicos tienen eficiencias de entre el 11% y el 22%, y los coches eléctricos del 22% al 35%. Se pierde casi toda la energía. En comparación, moverse caminando o en bicicleta sale gratis.
Pese a ser más limpios, cambiar cada coche térmico por uno eléctrico implicará aumentar la demanda de generación eléctrica, de ahí que los expertos insistan en que la única vía de movilidad viable es reducir de forma drástica el número de vehículos y los kilómetros que se conducen.
Los retos de la red eléctrica
Apostar por la electrificación ayuda a bajar las emisiones con una movilidad sostenible. Aun así, para alcanzarlo es crucial que la electricidad provenga de fuentes renovables, pero también que la infraestructura esté preparada para afrontar los picos de consumo que podría implicar esta transformación verde de la movilidad.
Organismos como la Agencia Internacional de la Energía (IEA) ya recomiendan a las administraciones públicas y a las compañías responsables de la red eléctrica que se preparen para la transición electrónica de la movilidad. “La movilidad eléctrica es trans sectorial y requiere que las instituciones se comprometan con una amplia variedad de stakeholders desde los sectores de la movilidad y la energía hasta la construcción e inmobiliaria”, apunta uno de sus últimos informes.
Los coches eléctricos aumentarán el consumo y la red eléctrica debe estar preparada para afrontar ese pico de consumo. En realidad, esto es algo sobre lo que el sector eléctrico insiste en líneas generales (y más allá del consumo de los coches eléctricos) desde que la electrificación se convirtió en una de las palancas para la transición verde. LA IEA ha denunciado una falta de ambición en la inversión en infraestructuras eléctricas a nivel global. La capacidad para afrontar este potencial crecimiento del consumo varía ahora mismo según geografías. Las redes europeas, por ejemplo, podrían estar más preparadas que las estadounidenses, que ya afrontan apagones en momentos de pico de consumo.
Aun así, algunas estimaciones apuntan que, incluso si el 80% de todos los coches de uso personal se electrificasen, esto solo supondría una subida de entre el 10 y el 15% del consumo de electricidad. Estas cuentas no tienen en cuenta, eso sí, el transporte público o el de mercancías, así como el crecimiento del consumo eléctrico general vinculado a una mayor electrificación de la economía y la sociedad.
Compartir coche para reducir la dependencia energética
En el debate de la electrificación también caben las preguntas sobre de dónde viene la energía que impulsa el coche eléctrico. En según qué mixes energéticos este puede tener más emisiones que el coche de combustión, especialmente por sus altos costes de fabricación e impacto de materiales.
Suponiendo que sea imposible hacer uso del transporte público o la movilidad activa y que haya que ir al destino en coche, compartir vehículo es una posibilidad para muchos trabajadores que viven cerca. Esos pocos kilómetros de la casa de uno a la del otro supondrán ahorros notables de energía al año por los kilómetros evitados y descargarán la curva de demanda incluso si el vehículo se carga a alta velocidad. El teletrabajo, dice la Agencia Internacional de la Energía, también ha de ser considerado si es viable.
Carga de baja velocidad, la clave de la carga de vehículos en propiedad
Si no queda otra que poseer un vehículo por persona, un enchufe convencional suele ser suficiente para viajes diarios al trabajo. Estos entregan entre 10 A o 16 A a 230 V, es decir, entre 23 kWh y 38 kW durante una carga nocturna de 10 horas. Además, la noche suele tener baja demanda y es poco probable sobrecargar la red.
¿Y yo dónde cargo mi coche?
La mayor barrera para el uso del coche eléctrico es carecer de un espacio donde cargar el vehículo, siendo a su vez la parte más crítica de la infraestructura eléctrica. Mucha gente no tiene garaje en propiedad ni alquilado, y no dispone de una plaza en el trabajo. ¿Qué hacer entonces?
Hace unos años el ayuntamiento de Londres dio con una solución ingeniosa: sacar tomas eléctricas de baja potencia de las farolas. Idea que Berlín ha copiado y más piensan imitar. Las farolas ya están conectadas a la red eléctrica, y a baja velocidad hemos visto que el coche carga sin problema. Es más, la batería durará más tiempo.
Esta solución soluciona, por un lado, el problema de no tener punto de carga, y por otro evita que se introduzcan puertos de carga rápida, lesivos para la batería y para la curva de demanda energética. Por descontado, el objetivo es electrificar todas las flotas al tiempo que se reducen de forma drástica.
El potencial de la tecnología vehicle-to-grid
Ahí, el optar por nuevos modelos de carga podrían asentarse también como una potente solución. La tecnología puede permitir no solo mantener en funcionamiento, con autonomía y de forma rápida a los nuevos modelos de coche eléctrico, sino que igualmente afronta los retos de las propias infraestructuras.
Además del modelo de vehículos V2H, vehicle to home, en el que la carga y el uso de la electricidad se comparte entre el hogar y el coche eléctrico, existen también vehículos V2G, vehicle to grid, que ayudan a mantener siempre operativo el coche al tiempo que liberan la infraestructura eléctrica.
Los coches V2G son modelos de EV e híbridos con una carga inteligente. Esto es, estos coches no solo son capaces de cargarse de forma más eficiente y optimizando los momentos de carga, sino que son capaces de devolver a la red electricidad si hay un pico de consumo y la red la necesita (y obviamente el vehículo puede prescindir de ella en ese momento). Algunas pruebas ya han testeado que es posible y que funciona. Es lo que ocurre con los coches eléctricos municipales en la isla danesa de Bornholm, por ejemplo.