Autor | M. Martínez Euklidiadas
En el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, señalado por la ONU en su Convención para Combatir la Desertificación, se comparten datos sobre el avance de la sequía y algunas claves para, si no revertirla, como poco contenerla. Se trata de una situación insostenible y cada vez más frecuente. La ausencia de agua en un ecosistema de forma prolongada hace que este se convierta en un desierto, y recientemente hemos podido ver sus efectos en urbes tan grandes como Ciudad del Cabo.
Sequía prolongada, ¿muerte de un ecosistema?
Cuando a un ecosistema se ve afectado por una sequía continua pierde rápidamente biodiversidad y, en un momento determinado, el suelo deja de servir como sustrato. El mantillo que soportaba cadenas biológicas más complejas se marchita y muere, y la zona se convierte en un erial no solo improductivo desde el punto de vista agrícola o ganadero, sino para la vida en sí.
Si las precipitaciones no llegan durante cada vez más días al año y se desdibuja la frontera entre finales de primavera, verano y principios de otoño, las especies menos adaptables desaparecen rápidamente de la región. Le siguen las más resilientes para, finalmente, convertirse en un desierto de facto.
En un entorno sin apenas humedad, el suelo se ve incapaz de cumplir una función biológica, que a su vez impacta negativamente sobre el clima. Algunas de las zonas hoy en fase de desertificación habrían aguantado mejor de no haber arrasado previamente con el ecosistema que hubo allí hace décadas, siglos e incluso milenios. Muchas sequías actuales llevan una firma antrópica.
Sequía en Ciudad del Cabo
Familias recogen agua de manantiales durante febrero de 2018 en Ciudad del Cabo
A pesar de las distancias, Ciudad del Cabo ha tenido durante los últimos milenios un clima de tipo mediterráneo, con veranos suaves, inviernos frescos y estaciones bien definidas. Pero, al igual que el mar Mediterráneo se degrada a gran velocidad afectando a sus ciudades costeras, la sequía derivada del cambio climático está modificando el patrón de lluvia en Ciudad del Cabo. La sequía es cada vez más frecuente.
Sumado a un crecimiento continuo de población y expansión urbana derivada del urbanismo disperso, que ha deteriorado seriamente el ecosistema de la región, Ciudad del Cabo experimenta una situación similar a la que tiene Chennai. Parece que no hemos aprendido a integrar la ciudad en el entorno, una situación que se repite en todo el planeta pero que es crítica en África.
El consumo total de agua aumenta cada año debido a los nuevos vecinos, y las treinta reservas biológicas que aún permanecen en pie no dan abasto para retener las pocas lluvias. Hacia abril de 2018 el municipio de Ciudad del Cabo sufrió una de las peores sequías de su historia. Bautizada como Día Cero, fue una tragedia anunciada, y es que hacía años que se sabía que habría cortes de agua.
Cierre de grifos en la región de Karoo
#ECDrought Graaff-Reinet's main supply dam, Nqweba Dam is barren and bone dry. @kaylynnpalm pic.twitter.com/H6pQUH33Hj
— EWN Reporter (@ewnreporter) November 20, 2019
Karoo es una región semidesértica al noroeste de Ciudad del Cabo. Después de que los agricultores de estas regiones abrieran sus reservas de agua a la población de la ciudad durante dos años seguidos, la suma de puestos laborales perdidos en el campo ascendía a más de 40.000 personas. Y el corte no fue suficiente como para salvar la ciudad de Graaf-Reinet del Día Cero.
En 2019 los 35.000 habitantes de la ciudad sufrieron un corte de suministro que duró semanas. Según la prensa local, el terreno se erosionó tanto que hubo que sacrificar a buena parte del ganado. El suelo (sustrato) dejó de funcionar como elemento del ecosistema para convertirse en un desierto yermo.
Por desgracia, no existen soluciones ‘rápidas’ de pocos años para solucionar el problema. Solo deteniendo el cambio climático, recuperando los espacios naturales y evitando el urbanismo disperso de la región habría alguna oportunidad de no caer en la trampa de las plantas desalinizadoras. El futuro no promete mucho a Ciudad del Cabo, pero lo que es peor: parece dejar entrever que otras urbes se enfrentarán a desastres similares.
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