Autor | Jaime Ramos
El prefijo griego mega, cuando precede a ciudad, invita a una visualización clara: rascacielos y edificios que forman manzanas, que a su vez se aglutinan en barrios que se pierden hasta el horizonte. ¿Qué problemas y soluciones plantea la megaciudad actual?
¿Qué es una megaciudad? Definición y concepto
Un área metropolitana habitada por más de 10 millones de personas. Esta es la definición más reciente y académica de megaciudad propuesta por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas.
Ahora bien, la frontera conceptual en la que se encorseta el término se difumina en un rango más amplio. En este se tienen en cuenta otros criterios relevantes como la densidad poblacional.
En ese sentido, la UNESCO lleva una contabilización oficial de cuántas urbes encajan dentro del patrón de megaciudad. Según el organismo, existen 40 megaciudades en el mundo. Más de la mitad, 22, se sitúan en Asia y Pacífico. El resto se reparten de forma homogénea. Tan significativo como esto es que, llegados a 2030, se espera que ocho nuevas ciudades se añadan al listado. De estas, siete se serán asiáticas Asia y, solo una, Santiago, estará fuera de ese continente.
Alzando la vista más hacia el futuro, se espera que Lagos (Nigeria) sea la ciudad más poblada en el año 2100, con 88 millones.
Problemas, necesidades y desafíos de las megaciudades
A la vista del peso demográfico de Asia, las megaciudades referentes provienen de allí. Tokio, Shanghái, Nueva Delhi,São Paulo o Ciudad de México se encuentran en los primeros puestos de macro-urbes cuyas dinámicas se han elevado a una nueva dimensión.
Los problemas y desafíos a los que se enfrenten determinarán, en buena medida, no solo su futuro, sino el del resto del planeta: por el peso específico que suponen a nivel global y porque servirán de ejemplos de cómo lidiar con escenarios poblacionales inéditos.
La salud de sus habitantes, un desafío común
Tokio, con 37 millones de habitantes, se enfrenta a un enemigo complejo: el envejecimiento. La natalidad de la urbe lleva años a la baja. De hecho, se espera que incluso el número de habitantes comience a descender en los próximos años. Los ciudadanos con más de 65 años irán creciendo en proporción, con la vista puesta en una crisis para sostener las necesidades de una población envejecida.
A este desafío estructural le acompañan otros específicos relacionados con la vivienda, el transporte, el abastecimiento energético y el sustento los servicios básicos en el ámbito público como la sanidad o la educación.
Calidad de vida y bienestar se resienten en ciudades como Shanghái o Nueva Delhi. Allí, el reto de la contaminación atmosférica causa miles de muertes prematuras. En el caso de la ciudad india, provoca más de 25.000 fallecimientos y el coste para la ciudad es equivalente al 5,8% de su PIB.
La tecnología es crucial, pero no basta
Consciente de su desafío demográfico, Tokio está dedicando un esfuerzo especial a evolucionar su sistema de salud apoyándose en la digitalización, la IA y el tratamiento masivo de datos. Los hospitales de la ciudad ya recolectan anónimamente información básica de los pacientes, como la presión arterial, resultados clínicos o tratamientos. Se espera que este uso del Big Data permita mostrar una respuesta sanitaria más eficaz, personalizada y menos costosa.
Sin embargo, la tecnología no lo es todo. Por ejemplo, las autoridades de la megaciudad de São Paulo, en Brasil, son conscientes del escepticismo de la población en las soluciones que se plantean. Corrupción y el influjo de algunos grupos criminales han deteriorado la construcción de una comunidad sólida, lo que ha contagiado una imagen negativa a las propuestas de futuro en términos de desarrollo urbanístico.
Así, el concepto de megaciudad y el despliegue de soluciones que se puedan aplicar a nivel global se hacen cada vez más necesario. Gran parte de nuestro futuro depende de ello.
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