Autor | Tania Alonso Se calcula que el 60% de los edificios que existirán en 2050 todavía no se ha construido. Y que, al levantarlos, se edificará lo equivalente a una ciudad del tamaño de Nueva York cada mes, desde hoy hasta esa fecha.La construcción de viviendas para una población en constante crecimiento presenta muchos retos. Uno de los que más preocupan es el medioambiental: los edificios generan, aproximadamente la mitad de las emisiones de dióxido de carbono totales de numerosas urbes. Su construcción, su mantenimiento y su uso implican un gasto muy elevado y prácticamente constante de energía y materiales.
Una tendencia que no baja
En 2018, la ONU tenía buenas noticias: las emisiones generadas por los edificios y la construcción parecían haber alcanzado un punto máximo. Se habían estabilizado gracias a mejoras en materia energética en calefacción e iluminación, por ejemplo, y al uso de energías más limpias en hogares y oficinas.Sin embargo, los datos de 2019 daban la vuelta a esta noticia. Las emisiones globales de los edificios habían aumentado de nuevo, según el informe ‘2019 Global Status Report for Buildings and Construction’, desarrollado por la por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.La subida fue tan solo del 2%. Pero supone un incremento muy importante a nivel ecológico: los edificios y la construcción producen alrededor de 39% de las emisiones totales de dióxido de carbono (CO2) relacionadas con la energía. Muchas derivan de la fabricación de materiales y productos de construcción como acero, cemento y vidrio. A su vez, la producción energética en su conjunto genera un 40% de las emisiones totales a nivel mundial.El problema de no poder reducir la emisión de gases contaminantes se intensifica al tener en cuenta las perspectivas del futuro a corto plazo. Y es que, según la Alianza Global para los Edificios y la Construcción de la ONU, la demanda de energía para este sector podría aumentar hasta un 50% para 2060.
Un mundo en constante crecimiento
Las ciudades no paran de crecer. Se calcula que en 2050 la población urbana habrá aumentado en 2.500 millones de personas. La mayoría estarán en Asia y África, y necesitarán hogares, lugares de trabajo, edificios públicos y todo tipo de infraestructuras en su día a día.Los cambios ya empiezan a notarse en la actualidad. El área habitable de construcción, por ejemplo, ha aumentado un 23% desde 2010 (para ponerlo en perspectiva, una cuarta parte de toda el área mundial habitable tiene tan solo 10 años).“Estamos ante dos realidades fundamentales. En los próximos 30 años es probable que la población mundial crezca en 2.000 millones, lo que requerirá más viviendas y construcciones. Al mismo tiempo, las naciones deben lograr la neutralidad de carbono si queremos evitar un cambio climático peligroso”, señaló Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. “Los edificios y el sector de la construcción deben cumplir con este desafío en hogares y lugares de trabajo asequibles, de calidad, cómodos, saludables y súper eficientes”.
La transición hacia estándares de carbono cero
Gran parte de la contaminación derivada de la construcción se debe sobre todo a la actividad de industrias intensivas como el acero y a la quema de combustibles fósiles. Sin embargo, en los últimos años han saltado las alarmas en relación a otros focos de contaminación como los aparatos de aire acondicionado.Su uso se ha triplicado desde 2010, y es probable que siga aumentando debido a la subida de las temperaturas. Estos aparatos consumen electricidad generada, normalmente, a partir de combustibles fósiles. Además, usan productos químicos refrigerantes (CFC y HCFC) que contribuyen al calentamiento global.Se han dado, también, tendencias positivas, como la penetración de iluminación LED, la mejora en los sistemas de aislamiento de viviendas y el aumento de energías renovables. Los estados y los organismos internacionales juegan un papel fundamental a la hora de establecer planes de descarbonización y medidas de eficiencia energética como estas. De ellos depende la aprobación de legislaciones que limiten la actuación de grandes empresas. Y, también, las políticas que favorecen medidas más respetuosas con el medioambiente.Detrás de varias iniciativas para reducir la influencia de los edificios en el planeta está el grupo de Liderazgo climático de ciudades (C40). Una organización que conecta más de 80 grandes ciudades de todo el mundo con el objetivo de limitar su impacto en el medioambiente y mitigar las consecuencias del cambio climático.
Iniciativas a nivel global
El estudio ‘Building and infrastructure consumption emissions in focus’, desarrollado por el C40 y la Universidad de Leeds (Reino Unido), identifica una serie de intervenciones que podrían reducir las emisiones de los edificios.Se basan en optimizar su uso para alargar su vida útil, reducir el desperdicio de materiales usados en su construcción, cambiar los materiales de altas emisiones por otros más sostenibles (como la madera) o reducir el uso de cemento, entre otras soluciones. Adoptar estas medidas, señalan, puede reducir hasta un 44% las emisiones relacionadas con las infraestructuras entre 2017 y 2050.Otra de las iniciativas del C40 es Building Energy 2020. Un programa que orienta a más de 50 ciudades a la hora de implementar políticas y programas para reducir las emisiones de los edificios. El proyecto busca optimizar los que ya existen mediante la modernización de los sistemas de iluminación y calefacción, por ejemplo. Fomenta, también, que los de nueva construcción sean más sostenibles y eficientes.Uno de los puntos de su programa integra asesores en cuatro ciudades principales de China, para modernizar edificios tanto municipales como residenciales. Asesora, también, a dirigentes de ciudades de Sudáfrica como Johannesburgo, Tshwane, Durban y Ciudad del Cabo a la hora de adaptar su legislación y hacerla más verde.Modificar las estructuras urbanas y los edificios para fomentar la sostenibilidad implica involucrar numerosos agentes, que van desde los extractores de materias primas hasta los legisladores, pasando por los transportistas. Pero logarlo ha dejado de ser una opción para convertirse en una obligación.Reducir el impacto de las ciudades es fundamental para alcanzar los objetivos en materia de clima y medioambiente. Imprescindible, también, para garantizar el bienestar de los habitantes de las ciudades de los próximos años. Imágenes | Jonathan Riley, Andrea Cau, Michu ??ng Quang, Nate Watson