Autor | Eduardo Bravo
El razonamiento parece sencillo: si las alergias de tipo respiratorio se producen principalmente por el polen, las personas que las sufren deberían evitar el campo en las épocas de floración y trasladarse a vivir a la ciudad. Sin embargo, en contra de lo que indica la lógica, eso no es así.
La contaminación, los efectos del cambio climático en la floración de los árboles, la mala elección de las especies presentes en las ciudades o su incorrecta disposición en los diferentes espacios urbanos provocan que **el porcentaje de personas afectadas por la alergia en ciudades triplique al de los entornos rurales.
¿Son peores las alergias en las ciudades?
La respuesta es sí. Según los profesionales, si bien todas las plantas polinizan, no todas producen alergia. Para ello es necesario que ese polen llegue a las vías respiratorias, proceso que se ve facilitado por las condiciones atmosféricas de los entornos urbanos.
La razón principal para ello es que la combustión de los automóviles provoca un empeoramiento de la calidad del aire, que hace que el polen permanezca más tiempo en el ambiente. Además, según los alergólogos, el pequeño tamaño de las partículas de diésel facilita su entrada en las vías respiratorias provocando la reacción alérgica.
Esta combinación ha contribuido a que la potencia alergénica del polen aumente en los últimos años, hasta el punto de que algunos expertos denominan ya a esta nueva variedad superpolen y auguran que, en las próximas décadas, la mitad de los europeos sufrirán un tipo de alergia respiratoria.
Las peores ciudades para los alérgicos
La necesidad de conseguir un rápido crecimiento de la vegetación hace que muchas de las especies que se plantan en las ciudades sean también aquellas que más polen producen. Por ello, esa defectuosa planificación urbanística en materia de jardines, sumada a la alta contaminación, hace que las ciudades del mundo en las que las alergias son más habituales sean las siguientes:
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Moscú: en la capital rusa abundan los álamos. Este árbol genera cada primavera el pukh, una especie de pelusa que cubre las calles hasta crear una capa blanca que recuerda a la nieve y que llega fácilmente a las vías respiratorias.
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Londres: la capital del Reino Unido es una de las peores ciudades del mundo para los alérgicos por sus prácticas paisajísticas. Concretamente, la abundancia del abedul puede ser todo un problema, acrecentado por el hecho de que tradicionalmente se han estado plantando únicamente árboles machos (polinizadores), puesto que generan "menos suciedad" al no depositar semillas.
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Tokio: el florecimiento de los cerezos es todo un acontecimiento en Japón. El problema es que estos árboles, junto al ciprés o la planta de arroz, provocan alergias que, además de a la salud, afectan a la economía. En 2018 se estimó que el país perdía 1.800 millones de dólares por las bajas laborales.
Soluciones
Más allá de las molestias asociadas a las alergias, el peligro de este tipo de dolencias es que deriven en otras más graves, como el asma. Para ello, sería necesario tomar medidas para mejorar la calidad del aire de las ciudades. Por ejemplo, incentivar el uso de bicicletas, del transporte público, reducir el uso de vehículos privados, apostar por el comercio de cercanía y controlar el derroche energético.
En el caso particular de los alérgicos, las recomendaciones pasan por evitar el contacto con el polen. Para ello es aconsejable no hacer actividades al aire libre en los periodos de mayor concentración, cerrar ventanas en el domicilio o puesto de trabajo, utilizar una ropa diferente en casa y fuera de ella y hacer uso de mascarillas protectoras.
Imágenes | Cenczi, Pandapotter, Essuera, Alicja