Autor | Lucía Burbano
El primer coche autónomo, fabricado por Mercedes-Benz y financiado por el Proyecto Eureka de la Comisión Europea, viajó entre Múnich y Copenhague a 90 km/h en 1995. Han pasado casi 30 años y seguimos sin ver coches autónomos en las carreteras. Los retos vienen desde varios frentes. Repasamos los principales.
Los retos regulatorios del coche autónomo
Las fases más complejas de legislar son las que no contemplan la conducción humana, los niveles 4 y 5. Un interesante estudio, elaborado por RAND y los departamentos de Derecho y Movilidad de la Universidad de Míchigan, recopila las normativas de los países que más han avanzado: Australia, China, Alemania o Japón, entre otros.
En sus conclusiones, señala los criterios más sensibles y aquellos que difieren según el país analizado:
La propiedad y privacidad de los datos
Las distintas legislaciones nacionales están lidiando con la gestión de los datos recopilados por el vehículo autónomo. En concreto, su propiedad y privacidad. Cada vez está más extendida la importancia que estos tienen para investigar el origen de un posible fallo en el sistema y avanzar, pero no todos los países están dispuestos a compartir esta información.
Japón y Francia contemplan su registro para investigar sucesos y accidentes, pero China exige, por ejemplo, que los datos de los vehículos a motor recogidos en el país permanezcan allí.
Asignación de responsabilidad
Aquí, los seguros pueden desempeñar un importante papel como mediadores. Pueden establecerse expectativas para la cobertura del seguro (por ejemplo, en el Reino Unido) y la asignación de responsabilidad entre aseguradoras y propietarios u operadores de vehículos (por ejemplo, en Japón).
La asignación de responsabilidades abre otro debate ¿quién, aparte de un ser humano sentado en el asiento del conductor, está conduciendo? En el caso del Reino Unido, se, identifican tres actores legales de los cuales sólo uno es humano.
Equidad y protección a personas, animales y objetos
Algunos regímenes jurídicos tienen en cuenta las implicaciones para las personas con discapacidad. La legislación alemana establece explícitamente la prioridad de las personas sobre los animales y no permite programar los sistemas autónomos para diferenciar entre categorías de personas.
Limitaciones técnicas del coche autónomo
El coche autónomo toma sus decisiones en base a, principalmente, dos tecnologías que son viejas conocidas de las smart cities: la inteligencia artificial (IA) y el machine learning.
En el caso de la primera, su capacidad para leer y reaccionar ante situaciones diversas está fuera de duda, pero no su limitación ante ciertos escenarios menos predecibles como las condiciones meteorológicas.
Para solventar esto, se confía y mucho en el deep learning, que permitiría a los vehículos autónomos analizar grandes cantidades de datos, aprender de su entorno y tomar decisiones basadas en ese aprendizaje.
Otra área del aprendizaje automático crucial para los vehículos autónomos es el reinforcement learning, que puede utilizarse para enseñar al vehículo a tomar decisiones basadas en las consecuencias de sus decisiones.
Conectividad y despliegue de la red 5G
La tecnología 5G es la gran habilitadora del extenso flujo de datos que el vehículo autónomo requiere, gracias a su ancho de banda y baja latencia.
Sin embargo, necesita que esta conectividad sea ininterrumpida en carreteras y otras infraestructuras viarias para que el vehículo reciba esta información constantemente y en tiempo real. Una de las principales preocupaciones es lograr una cobertura uniforme, sobre todo en zonas urbanas con una alta densidad de vehículos y en regiones rurales.
Esto requiere de una amplia colaboración entre distintos sectores que se extiende a la creación de normas uniformes para los protocolos de comunicación, la seguridad de los datos y la privacidad, garantizando que todos los vehículos autónomos, independientemente del fabricante, puedan comunicarse de forma eficaz y segura en una red 5G.
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