Autor | Arantxa HerranzA lo largo de la Historia, las ciudades se han tenido que enfrentar a otras pandemias y, en algunos casos, estas situaciones han provocado nuevas formas de diseñar las urbes. Así, por ejemplo, los brotes de cólera durante el siglo XIX conllevaron a desarrollar nuevos sistemas de alcantarillado.Pero las ciudades no han sido diseñadas para una pandemia sino más bien para el ritmo de vida frenético al que estábamos acostumbrados. Interconectadas entre sí, las ciudades albergaban a millones de personas trabajando, moviéndose en diversos medios de transporte, conviviendo con turistas y viviendo en sus bares, restaurantes y otros lugares de ocio. Mantener la distancia social puede ser por tanto mucho más complicado en las grandes urbes que en las zonas rurales. De hecho, las ciudades han sido los lugares de más impacto en la pandemia de COVID-19, según la Organización Mundial de la Salud. Algo que se puede comprobar con solo observar la evolución del tráfico.
Ahora que nos enfrentamos a la COVID-19, es momento de que las ciudades también tomen cartas en el asunto y se pregunten cómo pueden mejorar su diseño para prepararse ante nuevas pandemias.
Una crisis que requiere nuevos medios tecnológicos
Desde hace tiempo, las nuevas tecnologías se están empleando también en el estudio de determinadas enfermedades, para conocer mejor su propagación, su comportamiento y transmisión. Los datos anonimizados de la telefonía móvil se han mostrado como un instrumento muy eficaz también para controlarlas. Con la COVID-19, estos sistemas han dado un paso más con las aplicaciones de seguimiento, rastreo y aviso de posibles contagios.Pero no es la única manera en que las tecnologías pueden ayudar a las ciudades a gestionar estas crisis para las que, quizá, nadie está preparado. Las ciudades deben contar con unas plataformas tecnológicas, una especie de sistema operativo que les permita funcionar en su totalidad y complejidad. Estas plataformas, las bases que harán que se conviertan en smart cities, también deberán lograr que las urbes sean más sostenibles e inteligentes y que puedan afrontar temas verticales y horizontales, como la movilidad, o la gestión de residuos.
Valencia, centro de coordinación mundial
La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), un organismo que depende de Naciones Unidas, ha encargado al Ayuntamiento de Valencia coordinar un grupo de trabajo internacional con el que definir unas guías maestras para que cualquier ciudad esté lo mejor preparada posible ante nuevas pandemias. La elección de Valencia no es casual. De hecho, la ciudad forma ya parte del grupo de trabajo de normalización de las smart cities y es un referente en cuanto a las certificaciones que posee y la plataforma de ciudad inteligente que emplea.El objetivo de este grupo internacional de 120 expertos que ofrecen su experiencia es desarrollar una guía con la que las ciudades podrán, gracias a la tecnología, estar más preparadas y responder mejor a todas las necesidades que conlleva la irrupción de una pandemia como la COVID-19.
Unas guías para la mejora de todos
Dentro de este grupo de trabajo de normalización de las plataformas o sistemas operativos que deben gobernar una ciudad, a Valencia se le propuso coordinar un grupo temático. “Igual que nosotros lo hacemos de plataforma de ciudad hay otros que trabajan en que sea más fácil ser una ciudad inteligente, otros en materia de blockchain… Desarrollamos diferentes guías para que las ciudades puedan evolucionar a ser smart”, explica Ramón Ferri, Jefe de la Oficina de Ciudad Inteligente de Valencia.
“Que una ciudad sea turística implica, a nivel de smart city, que se tienen que tener en cuenta a muchas instituciones con las que debe intercambiar información: aeropuertos, hoteles, centros de salud… Hay que ver cómo se integran todos estos datos en los sistemas operativos de la ciudad”. Ferri, asimismo, defiende que las ciudades “deben afrontar estos cambios también para gestionar problemas sectoriales difíciles de resolver”. La resiliencia y la transformación digital son dos aspectos clave que serán analizados por el grupo de trabajo valenciano.¿Y qué sucede con la economía? Aunque hay propuestas privadas que aspiran al uso de datos compartidos para anticiparse a los cambios en distintas industrias y mejorar los tiempos de recuperación, Valencia no explorará por ahora ese tipo de cuestiones. Aunque esta fue una propuesta que se llegó a plantear, finalmente fue declinada por resultar excesivamente ambiciosa, explica Ferri. Mejor eso que no proporcionar información poco fiable en un momento que requiere la máxima certeza posible.El grupo de trabajo espera que su guía esté disponible entre julio y septiembre del año que viene. Un plazo que puede parecer alarmantemente largo, aunque no lo es tanto en realidad si tenemos en cuenta que numerosos expertos avisan ya de que tendremos que convivir con el coronavirus durante años.Imágenes | Pexels, Pixabay