Autores | M. Martínez Euklidiadas, Raquel C. Pico
Según la OMS, en el mundo hay cerca de 1.300 millones de personas que poseen algún tipo de deficiencia visual, de las cuales al menos 36 millones son completamente ciegas y 217 millones tienen una deficiencia visual de moderada a grave. Dado que cada vez más personas viven en ciudades, es coherente facilitar la vida a las personas con discapacidad visual o ceguera a través de la accesibilidad.
En paralelo, la visión es uno de los sentidos que se resiente del paso del tiempo: es bastante común que se pierda capacidad visual en la vejez. Aunque solo un porcentaje más pequeño sufre una deficiencia visual suficiente como para limitar la vida cotidiana, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología calcula que el 30% de los mayores de 65 años presentan algún problema de visión.
Por tanto, e igual que ocurre con otras medidas de accesibilidad, las mejoras que las ciudades pueden hacer para simplificar el día a día de las personas con discapacidad visual se pueden convertir en algo que, en algún momento, puede necesitar cualquier persona.
La importancia de un buen diseño urbano
Las claves para lograr hacer las ciudades mucho más accesibles y mejorar la calidad de vida de sus habitantes con problemas de visión empiezan ya en el urbanismo y las políticas públicas. Por supuesto, al desarrollar políticas públicas y estrategias de accesibilidad es importante recordar que la discapacidad visual tiene grados y que el abanico de necesidades es muy amplio. Esto es, no todas las personas están completamente ciegas y las medidas de accesibilidad deben funcionar para todas ellas.
Las ciudades deben ser diseñadas pensando en cómo simplificar la movilidad, el acceso a información y servicios y la habitabilidad de todos sus habitantes. En Singapur, la ciudad más accesible del mundo según un estudio de The Valuable 500, el 95% de los pasos de cebra y de las paradas de autobús han sido construidos para que funcionen para personas con discapacidad.
En el caso de la discapacidad visual, algunos elementos básicos evitan problemas en la movilidad y la vida cotidiana. Mantener una línea limpia en las aceras —y evitar que elementos como terrazas o maceteros se conviertan en un obstáculo extra—, incluir elementos en relieve —como los cambios en textura en el pavimento que guían el recorrido— o sumar información sonora —como las lecturas en los ascensores de a qué planta se ha llegado o qué está ocurriendo con las puertas— son algunos de los cambios que ayudan. Optar por los principios del conocido como “diseño universal” permite igualmente que las soluciones sean comprensibles y accesibles de un modo global. Esto es, llevan a que no importe dónde se esté porque siempre se sabrá qué quiere decir ese mensaje.
Contar con una estrategia urbana holística, que entienda que la accesibilidad no es un extra sino la base para asegurar la calidad de vida de todos sus habitantes, y usar hasta el máximo potencial las tecnologías inteligentes y el diseño urbano ayuda. Por ejemplo, los datos urbanos pueden ayudar a descubrir debilidades y a solventarlas.
¿Qué es la tecnología inteligente y cómo puede ayudar a las personas ciegas?
La declaración Pacto Global sobre Ciudades Inclusivas y Accesibles, presentada durante el Día Internacional de las Personas con Discapacidad (2019) y enmarcada dentro del proyecto Ciudades para todos —alineado con la Nueva Agenda Urbana o, los Objetivos de Desarrollo Sostenible— es un compromiso mundial para hacer las ciudades más accesibles.
Dentro de este compromiso la tecnología juega un papel esencial. De hecho, es imperativo que las smart cities generen tecnología adaptada para evitar que esta se convierta en una barrera porque la tecnología inteligente es aquella que permite su uso por todo tipo de personas.
Como ejemplo de mal uso, en 2016 la Federación Americana para Ciegos demandó a la ciudad de Nueva York debido a que el sistema LinkNYC, que ofrece Wi-Fi, puntos de carga y un lugar donde hacer gestiones, no solo no estaba adaptado para ciegos, sino que se convertía en barrera arquitectónica.
Ayudas para personas ciegas en las ciudades: mapas táctiles, aplicaciones de orientación y otras tecnologías inteligentes
Históricamente el tacto ha jugado un papel muy importante en la integración de las personas ciegas. Es muy frecuente encontrar mapas turísticos táctiles, frases en braille o carriles podotáctiles que guían a las personas. Sin embargo, la tecnología está abriendo más posibilidades, y el canal auditivo se manifiesta como la próxima gran revolución, combinado con la inteligencia artificial.
La aplicación Google Lockout es una de esas herramientas en desarrollo que permiten transformar lo que ve la cámara del móvil en audio. Esto permite localizar objetos, leer carteles e incluso entender etiquetas, aunque todavía necesitará varios años para convertirse en una herramienta útil. Por suerte, se están desplegando otras herramientas urbanas:
Balizas Bluetooth para ciudades inteligentes
El proyecto Wayfindr es un estándar abierto a través del cual es posible guiar a personas ciegas por entornos complejos usando un sistema de balizas Bluetooth y redes 5G. Probado con éxito en el metro de Londres, este estándar puede convertirse en una de las formas predominantes de navegación para personas con ceguera, pero también para cualquier otro usuario.
En Varsovia (Polonia), son justo estas balizas las que les garantiza independencia a las personas con discapacidad visual a la hora de navegar la red de transporte público. Los buses urbanos las incorporan, lo que permite avisar al smartphone del usuario de qué línea está llegando a la parada. De ese modo, no dependen de que una persona les indique qué está pasando.
Mapas de BART (Tactile Mapping Project)
Los gráficos táctiles han sido durante años el santo grial de los mapas urbanos para personas ciegas. Sin embargo, aún necesitan mejorar mucho, integrando capas de audio o haciéndolos más accesibles. Ese es el objetivo del proyecto Tactile Mapping Project del transporte público de la Bahía de San Francisco, que ha buscado durante años diseñar un estándar táctil y sonoro para representar las 44 estaciones de la región.
Lazarillo: navegar por cualquier ciudad usando una ‘app’
Lazarillo es una app para desplazarse por cualquier ciudad. Orientada a la navegación a través de audio, la aplicación informa de la calle por la que se camina, cuáles se encuentran cerca, qué comercios, servicios o transportes hay en las inmediaciones o cómo se puede ir caminando de un lugar de la ciudad a otro.
Por definición, una ciudad inteligente ha de tener en cuenta las diferentes necesidades de su población. Y esto incluye personas mayores, personas con dificultades a la hora de desplazarse, personas con diferentes grados de ceguera, sordera y otras discapacidades que afectan a la autonomía. Ellos también forman parte integral de las ciudades.
Casos de éxito
Al mismo tiempo, la digitalización de la sociedad abre nuevas puertas para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad visual. La inteligencia artificial ayudará a solventar muchos retos urbanos, pero ya las herramientas tecnológicas actuales muestran un elevado potencial.
Los smartphones se han convertido en un elemento básico, algo que posee ya la mayoría de la población. Algunas experiencias piloto los están probando como palanca para aumentar la accesibilidad urbana. En Taiwán se han probado como apoyos que permiten a las personas con discapacidad visual cruzar las calles y, en Dubái se testeó si una app para iPhone podría traducir a información sonora toda la información escrita de la red de metro.
Posiblemente, el mejor ejemplo de cómo puede cambiar una ciudad para ser más inclusiva con su población con discapacidad visual es Marburg (Alemania), que se denomina una Blindenstadt (ciudad pensada para las personas ciegas y las personas con discapacidad visual, como explican en la BBC).
La ciudad acoge desde principios del siglo XX un centro educativo para personas ciegas, el Blindenstudienanstalt, lo que ha creado una tradición de especial sensibilidad ante las necesidades de accesibilidad de esta población y ha ido convirtiendo esta urbe medieval en un lugar accesible. Sus edificios suelen tener mapas en relieve, los semáforos o las paradas de autobús son sonoros, los menús de los restaurantes están en Braille o el personal de servicios con atención de cara al público saben cómo deben responder y ofrecer información a las personas ciegas. Su accesibilidad es, de hecho, una de sus grandes cartas de presentación y una pieza fundamental de su identidad urbana.