Autor | M. Martínez EuklidiadasCada vez hay más datos sobre cómo se contagia el SARS-CoV-2, y el contacto con la zona T de la cara (ojos, nariz y boca) ha demostrado ser una de las principales formas de expansión. Sin vacuna, la única medida posible es el aislamiento social, y ha sido este factor el que ha impulsado la digitalización en todo el mundo.En algunos casos esta capacidad ha resultado en una aceleración de los trámites burocráticos, mientras que en otras ha contribuido al teletrabajo. Basta con ver el dato de que la zona EU27 ha pasado al 36,8%, cuando antes de la COVID-19 los Países Bajos lideraban la clasificación con un 14%. Pero es en la sanidad donde la transformación digital ha irrumpido por la puerta grande gracias al big data, más aún que en otros sectores.
Promoción de big data y programas de computación en la nube
Un número importante de empresas ha pasado de un modo puramente offline a trabajar en internet. Es decir, en la nube. De ahí que la transformación digital haya sido llamada un sector resiliente. Numerosas industrias han trasladado su contacto a la nube con objeto de evitar el contacto con la población y poder sobrevivir al impacto de la pandemia en sus finanzas.Esto implica la adopción rápida de tecnologías como las videollamadas, pero también hay “una presión sobre estructuras tradicionales”, según Deloitte. El cambio de modelo no solo afecta a la vía mediante la cual trabajamos (presencial frente a online) sino también a la propia cultura de las empresas.Además, algunas actividades se han alzado aún más al demostrarse su valor en la lucha contra el SARS-CoV-2. Más de una semana antes de que la OMS activase las alarmas por la propagación del virus, la IA canadiense BlueDot avisó a sus clientes para evitar Wuhan. No es solo que las empresas se trasladen a internet; es que internet está impulsando determinadas actividades y colocándolas en primer plano, como el big data e inteligencia artificial.Para muestra de su potencial, a finales de febrero se publicó un algoritmo de deep learning que descubrió uno de los antibióticos más potentes conocidos por los seres humanos. La molécula SU3327 (ahora conocida como halicina) había sido olvidada en ensayos contra la diabetes y redescubierta como potente antibiótico. Quizá podríamos lograr algo similar contra la COVID-19. Ese es el poder del big data: descubrir patrones donde nosotros no los vemos.
Transformación digital aplicada a los servicios médicos en línea
Estas transformaciones se han notado particularmente en big data e inteligencia artificial, dos de las tecnologías que más han ayudado a luchar contra la pandemia según la firma Grant Thornton.En su informe ‘Perspectiva del COVID-19: Tecnología e innovación contra el Coronavirus’ destaca cómo el 53% de las iniciativas para luchar contra la COVID-19 incluyen estas tecnologías. A estos servicios sanitarios de investigación en línea le siguen la robótica (22%), la ciberseguridad (12%) o el blockchain (11%).Al tiempo, soluciones más clásicas como son la receta médica electrónica o las consultas por videollamada también se están abriendo camino. Destaca al respecto la “institucionalización de la telemedicina” de Corea del Sur, con la que su ministro Kim Yong-beom ha reforzado su apuesta por la transformación digital aplicada a los servicios médicos en línea.Otro de los países que también destaca por su uso de la transformación digital y su aplicación contra la COVID-19 en materia sanitaria es Grecia. Particularmente vulnerable por una población envejecida y unos servicios sanitarios debilitados, hizo uso de la digitalización de su burocracia tras la crisis financiera de hace una década. Fue uno de los primeros países en declarar el estado de alarma, pero sus ciudadanos pudieron mantener el acceso a los servicios básicos de la administración gracias a unos medios profundamente digitalizados.
Uso de big data en la asistencia sanitaria en todo el mundo
Todos estos eventos están acelerando lo que desde hace años es la hoja de ruta del big data en asistencia sanitaria. Así lo reporta Coherent Market Insight en un informe positivo sobre el crecimiento de este mercado, o lo vemos en ejemplos como los laboratorios de Atrys Health, que han destinado parte de su capacidad a investigación sobre la COVID-19, o la aplicación Coughvid.Coughvid busca patrones entre tener el SARS-CoV-2 y la forma en que tosemos. Ambas sociedades hacen uso del big data y su análisis para identificar patrones que nos ayuden a localizar casos de coronavirus con estrategias muy diferentes, aunque hay muchos más casos, a menudo con proyectos público-privados.Uno de los proyectos que más destaca es el ‘COVID-19 Data Portal‘ de la Comisión Europea, un repositorio online donde los investigadores comparten datos sobre esta enfermedad y su virus. Sin salir de Europa, dos de los países más afectados del mundo (Italia y España) han usado herramientas de geolocalización basadas en big data.En el caso de Italia, la región de Lombardía ha hecho uso de los datos de operadores de telecomunicaciones para analizar de forma anónima cómo se ha desplazado la población. Algo similar ha ocurrido en España, donde estudios de geolocalización anonimizada han dado lugar a información sobre la movilidad.En el mismo país encontramos dos casos de aplicaciones de autodiagnóstico diferentes, una lanzada a nivel de provincia llamada ‘CoronaMadrid‘, y otra a nivel nacional llamada AsistenciaCOVID, que espera a ser lanzada pronto cumpliendo las garantías del GRDP.Estos proyectos y otros similares demuestran que no hay una hoja de ruta única o una aplicación de big data que se convierta en la panacea. Cada país y región itera dentro de sus posibilidades y legislación, aunque todos usan herramientas con conceptos relativamente similares.Imágenes | iStock/anyaberkut, National Cancer Institute, Alexander Sinn