Usama Bilal: “Es importante que las ciudades actúen como agentes de prevención en salud”

Usama Bilal: “Es importante que las ciudades actúen como agentes de prevención en salud”

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Autor | Tania Alonso

El entorno influye mucho más de lo que imaginamos en la salud de las personas. Los lugares en los que vivimos, trabajamos y descansamos son determinantes. Así lo indica el epidemiólogo urbano español Usama Bilal, Doctor en Epidemiología por la Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health (Baltimore, EE.UU.). Actualmente trabaja como profesor asociado en el Departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Universidad de Drexel (Filadelfia).

Usama Bilal participa en un estudio financiado por los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. (NIH) con el objetivo de descubrir cuáles son y cómo interactúan los ingredientes urbanos que afectan a la salud.Para realizar este trabajo, se analizan numerosos factores y estadísticas de salud de 750 ciudades de EE.UU., México, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Colombia, Perú, Chile, Brasil y Argentina. Todas de más de 100.000 habitantes en su área metropolitana.

¿Cuál es el objetivo final de este proyecto que une salud y ciudades?

Queremos ver si las ciudades de tamaño grande tienen unos patrones de salud diferentes a las de tamaño mediano o pequeño. Nuestro objetivo es comprobar si el crecimiento y el decrecimiento de las ciudades tienen efectos en la salud de sus habitantes para, en un futuro, poder controlar los negativos o reforzar los positivos.

La parte de América Latina depende del proyecto SALURBAL, que recolecta datos de salud de todas las ciudades. El propósito final es mucho más global y busca estudiar los efectos que las políticas de transporte, alimentación, vivienda y un largo etcétera tienen en la salud.

Lo interesante de este trabajo es que estamos encontrando patrones universales pero también algunas excepciones. Esto nos permite estudiar qué hace algunas ciudades diferentes.

Todo centrado en un único continente. ¿Por qué se eligieron América Latina y EE.UU. para el estudio?

América es una de las regiones más urbanizadas del mundo. América Latina, en concreto, ha tenido un gran crecimiento urbano durante las últimas décadas. Cerca del 85% de su población vive en zonas urbanas.

Esto es interesante por varios motivos. En primer lugar, porque se trata en muchos casos de países emergentes, en los que se dan enfermedades porque faltan cosas y enfermedades porque sobran otras. Obesidad y desnutrición en mismos grupos de población, por ejemplo.

Segundo, porque es una zona con una gran diversidad de políticas públicas. Permite comparar los efectos que tienen en la salud diferentes planteamientos urbanos y sociales. Y, por último, porque es la región con más desigualdad del mundo, lo que facilita estudiar cómo hacer las ciudades más igualitarias.

¿Contáis ya con datos que ilustren cómo los patrones urbanos influyen en la salud?

Uno de los que hemos observado con más claridad es el tema de muertes por violencia y homicidios. Hay una enorme variabilidad entre y dentro de los países. En México hay ciudades como Acapulco en donde las muertes por violencia rondan el 21% y otras como Mérida en las que se limitan a un 2%.

Por lo general, el porcentaje de muertes por violencia es más alto en las ciudades más grandes. Sin embargo, también nos encontramos con ejemplos en donde esto no ocurre. Mi teoría es que tiene que ver con la desigualdad económica y social. El crecimiento de ciudades en condiciones de desigualdad dista mucho del que se da en aquellas en condiciones de igualdad.

¿Cuál sería el segundo factor que afecta a la salud más importante?

Podríamos señalar el de las muertes por accidentes de tráfico. En América Latina el uso del coche está creciendo muchísimo, sobre todo en países como México, Brasil o Colombia. Entra en juego el aspecto económico: la gente tiene más dinero para comprar su propio vehículo. De esta forma aumenta la congestión y se ralentiza el transporte público, lo que lleva a más personas a comprar su propio coche. Es un círculo vicioso.Los datos señalan que las ciudades grandes tienen menos porcentaje de muertes por accidentes que las pequeñas. Mi hipótesis es que tiene que ver con la congestión y la densidad, que reduce la velocidad del tráfico y favorece que se instalen más semáforos. Otro motivo puede ser que se accede con más facilidad y rapidez a centros de salud.

Uno de los temas que más preocupan a los habitantes de las ciudades es la [contaminación](https://tomorrow.city/a/como-la-polucion-oceanos-afecta-humanos) y el acceso a zonas verdes.

Estamos empezando a analizar este factor. Una de las hipótesis que manejamos es que la contaminación llevará a más problemas cardiovasculares y respiratorios en los habitantes de las ciudades grandes, pero todavía no lo hemos comprobado.

En América Latina encontramos mucha variabilidad, ciudades con muy poca polución y otras con niveles muy altos. Según nuestros estudios, el 58% de los residentes en ciudades latinoamericanas viven en urbes que superan los límites marcados por la OMS en temas de contaminación.

Se habla mucho de metabolismo urbano, cómo organizar las ciudades para poner fin a esta situación. ¿Habéis llegado a alguna conclusión de cómo pueden mejorar la calidad de vida de los habitantes?

Todavía no contamos con soluciones que aúnen todos los factores, pero sí hay una serie de recomendaciones generales. Por ejemplo, fomentar el uso del transporte público frente al privado. Esto reduce la contaminación, el número de accidentes, la congestión en la ciudad, el sedentarismo y hasta el estrés de los ciudadanos.

Existen una serie de beneficios que están muy ligados a la salud y que derivan directamente de las políticas públicas. Entender los beneficios de hacer estas ciudades más sostenibles puede ser muy útil a nivel político. Pienso por ejemplo en el caso de Madrid Central.

Una lectura que podemos hacer de todo esto es que a menudo influye más la intervención política que la individual sobre nuestra salud.

Sin lugar a duda. Nuestras acciones como individuos son muy limitadas, lo que convierte las políticas públicas en el mecanismo más efectivo para hacer las ciudades más saludables. Por ejemplo, a los trabajadores que viven a las afueras de urbes como Ciudad de México por motivos económicos no se les puede pedir que vayan al trabajo en bicicleta.

La solución estaría en reducir el uso del coche mejorando los sistemas de transporte público, distribuir mejor los lugares de trabajo, aumentar los impuestos a los coches, etc. Se trata de soluciones macroestructurales.

¿Suponen estas soluciones una mejora económica y social para los estados?

Cuanto menos se gaste en salud, más se puede invertir en otros ámbitos. Gran parte de la prevención en salud se da fuera del sistema sanitario. Sobre todo en nuestro entorno: dónde vivimos, dónde trabajamos, dónde pasamos nuestro tiempo libre, etc. Para la gran mayoría de los habitantes de las Américas, esos lugares se encuentran en las ciudades. Es importante que actúen como agentes de prevención en salud.

Mejorar su situación podría ser también una solución a las crisis migratorias que se están dando entre América Latina y EE.UU. Si se garantizan buenas condiciones económicas, de salud y sociales en América Latina se reduciría un problema que acaba siendo global. Además de tratarse de un tema de derechos humanos, puede verse también desde una perspectiva utilitarista.

Esto nos lleva al dato de las estimaciones de la ONU: en 2050, el 70% de la población mundial va a vivir en ciudades. ¿Hará esta situación aún más complicada?

Sí, especialmente en África y Asia. En Europa queda poco lugar por urbanizar y en las Américas un gran porcentaje de la población ya vive en las ciudades. Hablamos incluso de un 90% en Uruguay o un 85% en Argentina. En Centroamérica se dan los porcentajes más bajos y aun así llegan al 50 o el 60%.

Es en África y Asia donde se va a dar el gran incremento de la urbanización. Un ejemplo es Lagos, en Nigeria, que está acogiendo una grandísima parte de la población del oeste de África. Muchos dicen que va a ser la primera ciudad de 100 millones de habitantes en el futuro.

Como ya comentaba antes, el crecimiento en zonas de desigualdad puede dar muchos problemas. La situación presenta una serie de retos enormes en el sector de la salud y problemas como especulación urbanística, desplazamientos de la población y muchos otros.

La desigualdad también se da en Europa. Hay estudios que revelan que en Madrid, por ejemplo, existen diferencias del nivel de esperanza de vida de hasta diez años entre barrios.

Efectivamente, se trata de una diferencia enorme. Y eso que estamos hablando de ciudades con sistemas de salud universal y políticas sociales. El caso de Madrid lo he estudiado centrándome en la diabetes, que se da mucho más en los barrios pobres.El problema principal en este caso es que los servicios de salud no pueden hacer mucho para prevenir la diabetes. Serían los ciudadanos los que deberían cambiar su estilo de vida. Pero para aquellos que tienen poco dinero, no pueden permitirse la alimentación adecuada, sufren estrés y no tienen tiempo para hacer actividad física, es muy difícil combatir la obesidad.

Se trata de un problema que puede aumentar debido a los desplazamientos a la periferia, generados por la subida de los precios de alquiler y la vida en el centro.

¿Qué papel pueden tener las smart cities y el uso de datos para mejorar la situación en las ciudades?

Hay que atender a dos cosas. En primer lugar, saber de dónde vienen los datos y quién tiene la capacidad de proporcionarlos. Si solo recolectamos información en zonas ricas y nos olvidamos de desfavorecidas, con menos servicios y sin capacidad para usar dispositivos que recojan estos datos, vamos a seguir reforzando unas desigualdades que ya existen.

En segundo lugar, es fundamental asegurarse de que el uso de estos datos contribuya a garantizar la equidad en las ciudades. No tiene ningún sentido crear zonas perfectas en donde vive muy bien quien ya lo tenía fácil mientras el resto de la población no ve ninguna mejora. Para evitar que la desigualdad vaya a más hay que garantizar una justicia algorítmica.

Imágenes | Usama Bilal, Perry GroneMauro Mora

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