Autor | Elvira Esparza
La imagen de San Francisco con sus calles en cuesta, la bahía y el famoso puente Golden Gate es icónica. Su situación geográfica ha sido determinante en su configuración porque al peligro de la actividad sísmica por su cercanía con la falla de San Andrés, se suma la inestabilidad del suelo en gran parte de la ciudad. Estas circunstancias han provocado que la construcción de edificios tenga que cumplir unas reglas si no quieren ver cómo se hunden poco a poco.
El origen de San Francisco: fiebre del oro y terremoto
San Francisco no formó parte de los Estados Unidos hasta 1848. A partir de esa fecha comenzó un crecimiento desmesurado de la ciudad como consecuencia de la llegada masiva de colonos atraídos por la fiebre del oro.
El desarrollo urbanístico de la ciudad en las décadas siguientes quedó truncado tras el terremoto de 1906 y los incendios posteriores que dejaron el 80% de la ciudad en ruinas. La mitad de la población se quedó sin hogar. Sin embargo, pocos años después, en 1920, la ciudad estaba reconstruida.
En las décadas de los años treinta y cuarenta del siglo pasado se construyeron los monumentos más representativos de la ciudad, como el puente Golden Gate y la prisión de Alcatraz. Más tarde se rediseñaron los barrios de la zona oeste, el centro de la ciudad se llenó de rascacielos y la ciudad se convirtió en el centro de la contracultura.
En la actualidad, San Francisco es el centro tecnológico, financiero y cultural de California, pero con una imagen muy diferente a la de Nueva York.
¿Qué problemas plantea la orografía de San Francisco?
La ciudad está situada en una península entre el océano Pacífico y la bahía de San Francisco. Cuenta con más de 50 colinas en la que se distribuyen sus diferentes barrios. Gran parte del terreno es montañoso formado por roca sólida, pero hay zonas formadas por suelos blandos y material de relleno.
Con el aumento masivo de población atraída por la fiebre del oro, la ciudad tuvo que crecer rápidamente para acoger a los nuevos residentes. En esa época se inició un proceso de recuperación de tierras que consistió en rellenar con tierra, roca, arena y escombros de todo tipo las áreas cubiertas de agua y marismas a lo largo de la costa para expandir su territorio. Este proceso se dio principalmente en el distrito de Yerba Buena Cove, South of Market (SoMa) y la Marina.
Los riesgos derivados de construir sobre un terreno tan inestable eran ampliamente conocidos, pero no se hicieron peligrosamente evidentes hasta el terremoto de Loma Prieta en 1989, cuando parte del suelo cedió a la licuefacción. Los daños estructurales en los edificios del distrito de Marina fueron cuantiosos, a los que se sumaron los incendios provocados por la rotura de las canalizaciones de gas. El temblor provocó el hundimiento de siete edificios, a los que se sumaron otros cuatro pasto de las llamas, con un saldo de cuatro fallecidos.
Los problemas provocados en este distrito fueron tan severos que los bomberos ni siquiera pudieron utilizar las bocas de incendios para sofocar las llamas, teniendo que recurrir a la ayuda de un barco contraincendios aprovechando la proximidad de los edificios a la costa.
Otro problema significativo, y tal vez más desconocido del suelo de San Francisco, es que bajo su superficie se esconden grandes navíos de madera que datan de la fiebre del oro. Estos barcos quedaron encallados en la costa original previa a la recuperación de tierras y fueron utilizados con otros fines antes de ser parcialmente destruidos por un gran incendio a finales del siglo XIX. En algunos casos incluso fueron hundidos maliciosamente con el propósito de reclamar la propiedad del terreno situado bajo el pecio, y es que, como sucede en la actualidad, el valor del suelo de San Francisco era lo suficientemente elevado como para justificar todo tipo de ardides.
Actualmente objeto de interés para los arqueólogos, estos barcos suponen otro problema añadido a la baja estabilidad del firme. El crecimiento de la ciudad se realizó en parte apilando tierra sobre sus restos, con todo lo que ello conlleva.
Ganar terreno al mar: retos de la construcción
Este crecimiento de la ciudad a partir de tierras ganadas al mar convirtió la estabilidad del suelo en uno de los mayores desafíos para la construcción. Estos terrenos blandos son susceptibles del fenómeno de la licuefacción, que se produce cuando el suelo saturado de agua pierde su fuerza y se comporta como un líquido, lo que provoca daños en los edificios. En San Francisco existe el riesgo de que estos terrenos blandos actúen como arenas movedizas en el caso de un sismo. De hecho, un informe de las autoridades de la ciudad señala que más de 3.000 edificios podrían derrumbarse si se produce un gran terremoto.
Para evitar estos problemas, la construcción debe seguir técnicas de ingeniería precisas con el fin de mejorar la estabilidad y seguridad de los edificios construidos sobre suelos blandos procedentes de vertidos. Entre otras técnicas se utilizan:
- Cimentaciones profundas para proporcionar una base sólida capaz de resistir los movimientos sísmicos.
- Mejoras del suelo como la inyección de grava o la compactación dinámica para aumentar la capacidad de carga del suelo y reducir los riesgos de asentamiento.
- Sistemas de construcción sísmicamente resistentes que incluyen sistemas de amortiguación en caso de terremoto.
- Materiales innovadores como el hormigón de alto rendimiento o materiales capaces de mejorar la resistencia de las estructuras.
Los problemas de la inestabilidad del suelo
Un ejemplo de los problemas que genera la construcción sobre los terrenos inestables de San Francisco es la torre Millenium. Un rascacielos de 58 plantas con más de 400 apartamentos de lujo que se ha hundido más de medio metro desde su construcción en 2009. Algo sorprendente porque los constructores habían previsto que se hundiría solo 15 centímetros en toda su historia. Para solventar este problema, en 2021 se comenzaron a instalar pivotes de apoyo para anclar el edificio al lecho de roca y estabilizarlo.
Este caso ha sido determinante para modificar los sistemas de construcción en la ciudad. San Francisco ha puesto en marcha un plan urbano de resiliencia con medidas para reducir el impacto de los sismos.
Imágenes | Amogh Manjunath Dominic Bieri
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