Autora | Raquel C. Pico
La digitalización se ha convertido en la piedra angular para las grandes transformaciones del siglo XXI. La tecnología permite importantes avances y su elevado poder transformador aporta grandes beneficios, también para las ciudades. Pero esta revolución no está exenta de riesgos y de potenciales impactos negativos, tanto sobre las personas como sobre el medioambiente. Por ello, alcanzar la sostenibilidad digital es más crucial que nunca.
En resumidas cuentas, la sostenibilidad digital es el proceso de enfrentarse a los retos de la transformación digital y buscarles solución. Comprender cuál es la huella de la tecnología y el coste que tiene para el planeta permite cambiar el rumbo, hacer los ajustes necesarios y evitar enquistar el problema. Dado que la digitalización de las ciudades ha ido en aumento a lo largo del siglo XXI como la gran respuesta ante sus retos, las urbes también aquí cumplen un papel.
Transformación urbana: smart cities y tecnología para los retos urbanos
El peso de las ciudades en el reparto de la población global va en aumento. La última edición del World Cities Report de ONU-Habitat confirma que “el futuro de la humanidad es sin dudarlo urbano”. Si en 2021 el 56% de las personas vivía en una zona urbana, en 2050 se espera que sea el 68%. La presión sobre estas áreas subirá en paralelo y una óptima gestión urbana será fundamental.
La clave para que la transformación urbana sea exitosa está en la digitalización; en el buen uso de esas nuevas tecnologías y en las oportunidades que brindan. Mantener todo igual, advierte ONU-Habitat, llevará a un “escenario pesimista”. Las ciudades deben ser resilientes, estar preparadas para un futuro complejo y ser sostenibles. Para ello, deben trabajar en una buena planificación y en comprender los retos de partida, al igual que cómo se pueden abordar y atajar. La Nueva Agenda Urbana habla de economía circular, igualdad de géneros, reducción de la pobreza, emisiones cero o innovación.
Analistas y decision makers llevan muchos años hablando de las smart cities, ciudades inteligentes en las que la tecnología ayuda a gestionar desde los flujos de tráfico a la recogida de basuras. La digitalización continuará siendo la respuesta a los retos urbanos y esta necesaria transformación urbana pasará por una apuesta todavía mayor por la tecnología y la innovación. El World Cities Report estima que la inversión en soluciones y sistemas inteligentes urbanos crecerá en un 25% anual, moviendo en todo el mundo unos 517.000 millones de dólares. Estas herramientas pueden ser la respuesta a la necesidad de descarbonizar las urbes, señalan, pero también se pueden convertir —si no se tienen en cuenta sus riesgos— en una palanca para hacer más abruptas las brechas.
Ahí es donde entra en juego la sostenibilidad digital.
La huella de la digitalización
La contaminación digital es la parte más visible de los efectos negativos de la digitalización. La tecnología tiene un coste para el medio ambiente, tanto visible —vinculado a la necesidad de materias primas o la chatarra digital en la que se convierten las herramientas que ya no tienen uso— como invisible. Todos los procesos de internet conllevan un consumo de energía y el hecho de que cada vez más acciones cotidianas pasen por la red lo aumenta.
Algunas estimaciones —que tienen en cuenta la navegación online pero también las cadenas de montaje previas de los dispositivos necesarios para la conexión— hablan de que la red es la responsable de casi el 20% de las emisiones de efecto invernadero. La basura digital (como los mails no leídos o los datos duplicados) o el elevado peso del vídeo en los patrones de consumo explican estas cifras.
Aun así, la sostenibilidad no supone solo tener presente la huella de carbono, sino un concepto más transversal. Esto es, ser sostenible implica comprender todos los impactos negativos potenciales y atajarlos. Cuestiones como la pobreza o la desigualdad deben marcar también la agenda.
Transformación digital más sostenible y verde
Por ello, la transformación digital debe ser más verde y respetuosa con la ciudadanía. La sostenibilidad digital implica tener presentes sus beneficios y sus desventajas y diseñar una estrategia que potencie los primeros y neutralice los segundos. “El despliegue de la innovación y la tecnología deben estar ajustado para servir a la diversidad del contexto urbano”, se lee en el informe de Naciones Unidas. Estas herramientas deberán ser “inclusivas, colaborativas y empoderadoras”.
Esto perfila tres grandes retos para las ciudades inteligentes:
- Entender las necesidades de cada contexto, ya que no hay un patrón oro de smart city que funcione para todas. Responder a lo que importa en cada lugar es fundamental para el éxito. El informe habla igualmente de “provincializar” los proyectos y no aplicar por defecto la perspectiva del norte global.
- Poner a las personas en el centro, puesto que no se trata de inyectar tecnología por el simple valor de la digitalización. Lo importante es lo que aporta a la ciudadanía.
- Asegurar la sostenibilidad medioambiental, convirtiendo la estrategia en transversal a la gestión verde urbana. La activación de la smart city no puede olvidar sus costes medioambientales potenciales, recuerda el informe.
Imagen | Troyanphoto/Adobe Stock