Autoras | Lucía Burbano, Raquel C. Pico
El lugar de nacimiento, raza o sexo no deberían significar menores oportunidades. La lucha por esta igualdad, reconociendo el origen de la persona, es el foco de la equidad social. Examinemos sus objetivos y barreras y el caso de un país, Islandia, que ha conseguido prácticamente erradicar una de las barreras sociales, la de género.
¿Qué es la equidad social?
La equidad social tiene en cuenta las desigualdades sistémicas para garantizar que todos los miembros de una comunidad tengan **acceso a las mismas oportunidades.
No confundir con la igualdad social, que se diferencia de la primera porque aunque incluye una distribución justa de los mismos recursos u oportunidades para todas las personas, no hace referencia a un contexto social desfavorable que sí hace la equidad social.
La equidad social promueve la igualdad de derechos, de oportunidades y de trato a través de:
Beneficios económicos para todo el mundo
La redistribución de la riqueza entendida desde las administraciones públicas como las inversiones en infraestructura, sanidad y educación y las prestaciones de seguridad social, pueden favorecer el crecimiento y la igualdad. Sin embargo, existen opiniones discordantes al respecto a nivel macroeconómico.
Mejor relación entre distintas comunidades
Tal y como se expone en el estudio ‘Equidad, desarrollo y ciudadanía‘, la equidad social desarrolla mecanismos que fortalezcan las relaciones de solidaridad y responsabilidad sociales, dentro de un mismo grupos como entre ellos para fortalecer la convivencia y el desarrollo colectivo basada en la tolerancia y en la solución negociada en caso de conflictos.
¿Es Islandia un país con una equidad alta?
Cuando se piensa en las economías que lideran a la hora de reducir las brechas de inequidad, se suele pensar de forma casi inmediata en los países nórdicos. El modelo económico y social de estos países suele verse como un caso de éxito en el esfuerzo por lograr tanto una mayor equidad social como una equidad de género.
Entre ellos, el que más llama la atención es el caso de Islandia, porque el país ha logrado grandes avances a lo largo del siglo XX. Estos logros en diversidad e inclusión lo han convertido en uno de los países más igualitarios y de mayor equidad en el siglo XXI. Según datos del organismo estadístico del país, Statistics Iceland, Islandia ha mantenido en los últimos años —y a pesar de las variaciones que se han registrado a nivel global por las sucesivas crisis económicas— un coeficiente de Gini estable.
El país cerró 2022 (el último año sobre el que hay datos) con un coeficiente de 24,2 sobre 100 (0 sería una equidad completa y 100 la mayor inequidad), recuperando los datos de 2018. Aquel fue el año en el que Islandia había logrado sus mejores registros. De hecho, Islandia es uno de los países de Europa con el coeficiente de Gini más bajo. Solo Eslovaquia (21,2) y Eslovenia (23,1) mejoran sus cifras. La media de la Unión Europea está en 29,6.
«Esto sugiere que la asistencia social, como la ayuda financiera de los ayuntamientos, los beneficios por niño, la vivienda social, el paro o las pagas por discapacidad, mitigan de forma efectiva la inequidad», señala Statistic Iceland en la nota de prensa en la que presentan los datos. Islandia cuenta con una red sólida de servicios públicos que cubren diferentes áreas. Su experiencia apuntala también la idea de que el trabajo por la igualdad y la diversidad arranca ya desde los municipios.
Aunque, posiblemente, el ejemplo más claro de éxito islandés en la lucha contra inequidad y la desigualdad está en su estrategia para lograr la igualdad de género y reducir la brecha de género. Islandia es percibida, gracias a las medidas que ha puesto en marcha en las últimas décadas, como un país feminista, que ha conseguido notables avances y conquistas en los derechos de la mujer.
Islandia, paradigma de la equidad de género
Islandia y sus políticas para cerrar la brecha de género son un caso único en el mundo. El país encabeza el último Global Gender Gap Index, que el Foro Económico Mundial presentó en la primavera de 2024.
En realidad, lleva haciéndolo ya años. Desde que en 2009 desbancó a Noruega en la primera posición de este ranking, Islandia no ha perdido el liderazgo global en igualdad de género. Islandia ya ha cerrado el 93,5% de la brecha de género, frente al 68,5% de media que se ha clausurado a nivel global. Finlandia y Noruega son los dos países que ocupan las posiciones de plata y bronce en el podio mundial de los derechos de las mujeres y se sitúan seis puntos porcentuales por debajo de las cifras islandesas.
El gran hito que marcó el principio del cambio efectivo a favor de la igualdad de género en Islandia fue la huelga general que protagonizaron las mujeres islandesas el 24 de octubre de 1974. Protestaban contra la brecha salarial de género y contra el escaso interés que existía desde las administraciones públicas por solucionar las cosas. De hecho, como cuenta en el libro Cómo Islandia cambió el mundo el periodista Egill Bjarnason, un político había dicho en esos años que, dado que Islandia había pasado una ley contra la brecha salarial, se había solucionado el problema. No era así y las mujeres seguían ganando el 70% del salario de un hombre.
El 90% de las mujeres se sumaron al paro, que paralizó el país. A partir de ahí, Islandia incorporó medidas activas que potenciaban la igualdad de géneros —como la baja de maternidad— y el peso de las mujeres en las posiciones de poder fue subiendo. Ahora mismo, la equidad de géneros es incluso una de las claves de la identidad colectiva del país, que elabora presupuestos y medidas con una perspectiva activa de género. Todo esto ha cambiado profundamente las cosas y acercado a Islandia a una mayor igualdad de género.
Estas son las áreas en las que lo ha conseguido:
Política
En los últimos 40 años, ha crecido considerablemente la proporción de mujeres en el parlamento, que actualmente representan el 47,6% del hemiciclo. La isla escandinava se convirtió en el primer país del mundo en elegir a una mujer como primera ministra; a Vigdis Finnbogadottir en 1980.
Empresa
Este avance se ha plasmado en una serie de políticas como la obligación de que las mujeres representen, como mínimo el 40% de los empleados en las empresas, incluidas las juntas directivas. Las compañías deben pagar el mismo salario a hombres y mujeres que desempeñen el mismo cargo y cada 2 años deben presentar un plan de igualdad.
Educación
El método Hjalli, ideado por la educadora y feminista Margrét Pála Ólafsdóttir, parte de la segregación por género en las escuelas para trabajar fortalezas y debilidades, diferencias y distintos ritmos de desarrollo en espacios ‘neutros’ libres de estereotipos asociados al género para empoderar a niños y niñas por igual.
En la formación universitaria, actualmente más del 60% de graduadas son mujeres.
Legislación
El gobierno islandés cuenta con dos leyes de equidad de género y tres de equidad social. Cada cuatro años, el Primer Ministro debe presentar al parlamento una propuesta de resolución parlamentaria sobre un plan de acción cuatrienal en materia de igualdad de género, tras haber recibido las propuestas formuladas por los ministerios y previa consulta con la Dirección de Igualdad.
Imágenes | Chris Slupski, Cassie Boca