Autor | Jaime Ramos
La planificación urbana es un asunto coral. Por eso, el concepto ideal y más amplio de ciudad inteligente brinda una herramienta que va más allá del uso avanzado de la tecnología para mejorar la vida de sus ciudadanos: la capacidad para que los ciudadanos decidan no ya sobre los asuntos públicos, sino sobre la propia organización urbana.
¿Qué es la planificación urbana?
La planificación urbana es el proceso en el cual técnicos y políticos diseñan y legislan el suelo de las ciudades y su entorno, incluidos el aire, el agua y las infraestructuras como las redes de transporte y distribución.
La primera referencia al diseño urbano aparece en la Epopeya de Gilgamesh (2500-2000 a. C), aunque los orígenes modernos de la planificación urbana surgieron a finales del siglo XIX como reacción al desorden provocado por la ciudad industrial, cuando consideraciones prácticas de saneamiento adecuado, circulación de bienes y personas y provisión de servicios impulsaron la necesidad de planificar las ciudades.
El urbanismo avanza al ritmo de la sociedad para incorporar prácticas innovadoras, nuevas tecnologías y asumir su cuota de responsabilidad en cuestiones como el crecimiento económico o sensibilidad medioambiental.
Podríamos decir que no existen dos diseños urbanos iguales, ya que la disposición de los elementos que forman las urbes dependen, en gran medida, de factores y políticas locales y contextuales.
Cómo pueden evolucionar las ciudades inteligentes para incluir las aportaciones de los ciudadanos
Las ciudades inteligentes incorporan herramientas que permiten recabar datos y medir variables que contribuyen a establecer prioridades urbanas, por ejemplo, detectar las calles con un mayor volumen de tráfico. Esta evolución tecnológica también implica a sus habitantes a través de numerosas iniciativas de participación y decisión sobre el futuro de sus urbes.
En su escrito The citizen in the smart city. How the smart city could transform citizenship, Martijn de Waal y Marloes Dignum argumentan que la perspectiva del ciudadano inteligente se ha desarrollado en al menos en dos direcciones.
En primer lugar, las tecnologías digitales han sido adoptadas por los gobiernos locales para interactuar con los ciudadanos, reforzar la democracia y la organización de consultas. Se consideran herramientas que han revolucionado la administración local, haciéndola más receptiva, transparente y rentable que nunca.
La segunda es el desarrollo de las prácticas de “diagnóstico participativo”, que es la recopilación de datos por parte de la ciudadanía. Los autores citan como ejemplos la ciudad brasileña de Curitiba y la iniciativa ciudadana para recabar información sobre la contaminación atmosférica. O lo mismo en la inglesa Bristol sobre los problemas de humedad que padecían sus viviendas.
Los datos obtenidos pueden utilizarse para organizar a las comunidades locales en torno a problemas concretos o para exigir a los gobiernos locales que actúen.
El futuro de la planificación urbana
Uno de los máximos exponentes de este instrumento democrático es la posibilidad de decidir sobre la planificación de bloques y avenidas aún no construidas o en proceso de reorganización. Una posibilidad que tradicionalmente se ha encontrado muy alejada del ciudadano de a pie. Asociaciones vecinales y agrupaciones análogas han peleado en las últimas décadas por que las voces de la población se tengan en cuenta, y solo ahora empiezan a ser tenidas en cuenta.El problema fundamental es cómo revertir un modelo históricamente anclado en un urbanismo de despachos encorsetado no solo por límites presupuestarios, sino también por líneas políticas. Lo que parece claro es que el futuro de la planificación urbana pasa situar a los ciudadanos en el centro de las estrategias.
Utah como ejemplo de participación pública
En Estados Unidos, Salt Lake City, capital del estado de Utah, proporciona un buen ejemplo de urbanismo moldeado con la ayuda de la participación ciudadana. La ciudad cuenta con unos 200.000 habitantes en su centro histórico y quiere sentar un precedente en el campo del urbanismo inteligente. De hecho, el proyecto ha comenzado evolucionando las tipologías clásicas de calle aplicadas en la materia. Hasta ahora se contabilizaban tres clases de vías en Estados Unidos:
- Arterias.
- Colectoras o distribuidoras.
- Locales.
Este modelo que comparten muchas grandes ciudades se basa en facilitar el flujo en el tránsito de vehículos en la ciudad. Al mismo tiempo, el sistema es el responsable de los trazados cartesianos presentes en tantas urbes del país. Sumidos de lleno en el siglo XXI, el objetivo reside ahora en robarle el papel de gran protagonista el coche.
El proyecto de urbanismo inteligente de Salt Lake City
En esta labor los propios ciudadanos tienen mucho que decir. Salt Lake City realizó una encuesta que definió hasta 17 clases de calles según las diversas funcionalidades urbanas. Así, no solo se habilita un modo de participación más amplio, también abre la puerta a una planificación urbana a medida. Las nuevas tipologías se aplican a las más de 8.400 vías de la urbe y vienen recogidas en una guía con modelos reales que las autoridades han hecho pública. Para elaborarlas, se han tenido en cuenta cinco factores relativos a los espacios de uso público:
- Movilidad personal, en lo relativo a peatones, bicicletas y VMPs.
- Movilidad del resto de vehículos.
- Medio ambiente (greening), relacionado con los requisitos mínimos de sostenibilidad y espacios verdes.
- Placemaking. Es decir, el concepto de la calle como lugar de actividad social y no tanto como lugar de tránsito.
- Uso de las aceras.
Contribuciones de los ciudadanos
En un capítulo posterior, los ciudadanos de Salt Lake City han perfeccionado las 17 clases de calles y, en general, la guía, aportando más feedback a través de la plataforma web habilitada. Para hacerla más accesible, cuenta con un mapa en el que se distingue el tipo de calles según un código de colores y en el que pueden añadirse comentarios a cada vía. De esta forma, los planificadores tienen un mayor conocimiento sobre las circunstancias de uso y las opiniones del público antes de empezar a mover la maquinaria de construcción. Tras esta fase, las autoridades elaborarán un borrador final de la guía cuyos patrones serán utilizados por los urbanistas en las próximas reformas del plano de la ciudad.
Cuatros roles de la contribución ciudadana
Centering people in smart cities divide en cuatro tipos de categorías la intervención de los ciudadanos en el diseño y planificación de las urbes:
Los residentes como impulsores
Mediante herramientas como los presupuestos participativos, el crowdsourcing o la gamificación, grupos representativos de los ciudadanos han dado luz a proyectos como DECODE, una iniciativa europea que ha desarrollado una tecnología que permite a las personas controlar sus datos personales y decidir cómo compartirlos. Se realizaron pilotos en Ámsterdam y Barcelona.
Los residentes como actores democráticos
En este caso, las plataformas de participación en línea, incluido el voto electrónico, las páginas web interactivas y las plataformas o aplicaciones ciudadanas son responsables del proyecto Citizen Voices for Digital Rights, desarrollado en Tirana, y que organizó una serie de talleres sobre derechos digitales en la capital de Albania.
Los residentes como cocreadores
Eventos como hackathons, datathons, plataformas y aplicaciones en línea, los Living Labs y proyectos piloto a pequeña escala son algunos de los instrumentos de participación ciudadana que han impulsado, por ejemplo, Rhizomatica en México, que desarrolla infraestructuras descentralizadas de telecomunicaciones y de energía con la implicación y participación directas de la comunidad.
Los residentes como usuarios y proveedores de TIC
Plataformas y aplicaciones en línea con componentes de retroalimentación, los programas de ciencia ciudadana, los sensores, IoT y recopilación de datos gestionada por residentes dieron a luz proyectos como Digital Matatus, que recopila datos mediante teléfonos móviles particulares sobre infraestructuras esenciales, los distribuye libremente y mejora los servicios a los ciudadanos. En Nairobi, se ha diseñado un nuevo mapa de tráfico que ha transformado la manera en la que sus ciudadanos se mueven por la ciudad.
Hacia un urbanismo más humano y participativo
La partipación del público en las medidas de organización del tejido urbano podría favorecer el desarrollo de calles y bloques mucho más accesibles al tener en cuenta las necesidades reales de colectivos mayoritarios y también minoritarios, dando voz a todos los ciudadanos y no solo a las grandes cifras estadísticas. Asimismo, este tipo de medidas se pueden potenciar con proyectos tan innovadores como las planteadas por el programa Block to block, que genera una especie de gemelo digital básico usando el popular videojuego Minecraft.Las necesidades básicas de cada ciudad y población pueden variar drásticamente en función de sus sociedades, economías y situación preexistente. Con todo, el experimento de Salt Lake City muestra una dirección casi común: el reclamo de más espacio público para las personas y menos para los vehículos.
Images | Yhz1221 (CC BY-SA 3.0), Matt Milton, Padraic Ryan (CC BY-SA 3.0), Street & Intersection Typologies Design Guide, Jezael Melgoza