Autora | Raquel C. Pico
La digitalización está siendo la gran revolución del siglo XXI y, por tanto, no sorprende que la transición digital esté llamando a la puerta de todos los sectores. Ningún escenario queda al margen de sus potenciales beneficios y ninguno escapa a las necesidades que impone de actualizar métodos, incorporar herramientas y replantear cómo se hacen las cosas. Para la sanidad, esto supone abrazar el concepto de los smart hospitals y todo lo que implican, empezando por la tecnología médica y pasando por nuevas ideas de atención al paciente.
El proceso de transformación está en marcha, como demuestran las cifras globales de inversión. Si en 2023 el mercado global de los smart hospitals movió 57.530 millones de dólares, según una investigación de Research and Markets, en 2030 llegará ya a los 187.200 millones de dólares. Pero ¿a qué nos referimos exactamente cuando se habla de un smart hospital, o un hospital inteligente?
Qué es un smart hospital y cómo se gestiona
La parte más evidente de la ecuación es la tecnológica. Cuando a algo se le añade el apellido “smart”, es porque se le ha sumado una capa de herramientas tecnológicas que amplían sus funcionalidades. Por tanto, se podría decir que un smart hospital es aquel que usa las herramientas TI para optimizar el tratamiento médico. Esto es, tecnología médica para una sanidad moderna.
La lista de soluciones de tecnología médica empleadas es muy amplia. La inteligencia artificial permite hacer análisis en tiempos récord de ingentes cantidades de datos, la automatización simplifica procesos y evita perder el tiempo con actividades no tan importantes como para comerse la jornada de trabajo del personal sanitario y el internet de las cosas convierte a toda clase de dispositivos en herramientas conectadas al servicio de la salud y el bienestar de la ciudadanía.
Todo esto va en paralelo a una optimización de las soluciones y fuentes de datos previas: los archivos hospitalarios y sus grandes masas de datos deben ser digitalizados, para que los expedientes médicos se conviertan en fuentes de información al servicio del tratamiento médico. Igualmente, la transformación digital abre la mano a la telemedicina, que puede ir desde una consulta telemática hasta a una operación en remoto aprovechando las altas capacidades de navegación del 5G. La tecnología médica se optimiza y se renueva.
La suma de todos estos elementos obliga a cambiar la gestión hospitalaria. De entrada, contar con un CIO o con personal especializado en administración de sistemas, ciberseguridad y otras disciplinas tecnológicas para a ser obligatorio. Los hospitales —y los sistemas de salud— deben tener una estrategia de TI activa y siempre actualizada. Pero, para continuar, los smart hospitals también cambian la atención a las personas: potenciar una sanidad centrada en el paciente.
Beneficios para la comunidad de un smart hospital
Posiblemente, ese es el gran beneficio que un smart hospital reporta a la comunidad. Gracias a que permite potenciar la medicina preventiva, poner más el foco en lo singular de cada persona y liberar tiempo de trabajo para el personal sanitario, la atención se vuelve mucho más orientada a la ciudadanía y sus necesidades.
Como apunta un análisis de McKinsey, los hospitales pivotan desde tratar enfermedades a hacer una “gestión de la salud”. El caso de Singapur y su estrategia sanitaria es paradigmático de esta nueva visión de la salud. La ciudad afronta la salud de forma holística, abordando desde la planificación urbana a la lucha contra la soledad. La gestión sanitaria es más proactiva que pasiva y la tecnología médica está en la base de esta transformación.
Sin embargo, el impacto del smart hospital va más allá. Se produce un cambio de modelo en el que el hospital deja de ser el epicentro de todo para ser una suerte de corazón de una red sanitaria que funciona como un elemento conectado, con muchas piezas valiosas en esta sanidad moderna. Muchos países y ciudades que están apostando por la reconversión digital sanitaria están potenciando al tiempo la atención primaria.
Igualmente, el uso de datos y herramientas tecnológicas en el hospital inteligente permite buscar mejoras en calidad y en resultados, reduciendo errores de diagnóstico o bajando las infecciones en hospitales (que ahora mismo son un serio problema sanitario en todo el mundo), entre otras muchas cosas. Incluso, se gana en eficiencia, lo que permite reducir las largas esperas y evitar las salas de espera llenísimas de pacientes, porque se optimiza el flujo de pacientes gracias a citas automatizadas, un seguimiento en tiempo real y el uso de herramientas de análisis predictivo.
Los hospitales muestran una conexión con el ecosistema urbano, lo que ayuda a mejorar tiempos de respuesta y adelantarse a los problemas.
Hospitales para el mundo del siglo XXI
Es lo que ocurre con la contaminación. En el proyecto de smart city City Brain, en Hangzhou (China), usan la inteligencia artificial para hacer un seguimiento del tráfico y la polución, reduciendo flujos de tráfico y redirigiendo a los coches. Con esto se logran varios beneficios sanitarios.
En primer lugar, al estar recolectando información sobre la contaminación del aire, se puede actuar sobre ello y hacer prevención. En segundo, al reducir la congestión en las carreteras se consiguen mejores tiempos de respuesta en emergencias, que han bajado en un 50% desde que se ha puesto en marcha. Los sistemas de emergencia son una parte fundamental de las smart cities y una básica a la hora de optimizar la atención sanitaria.
Otras iniciativas apuestan por mejorar el acceso a la información y, con ello, la vida cotidiana de las personas. Es lo que ocurre en España con las recetas sanitarias. El sistema sanitario público utiliza recetas electrónicas, accesibles desde cualquier farmacia y compatibles de un sistema sanitario regional al otro. Esto es una mejora notable en la calidad de vida de las personas con enfermedades crónicas, por ejemplo, que pueden viajar sin preocuparse por si podrán o no acceder a sus medicinas y que tampoco deben ir a su centro de salud a renovar recetas todo el tiempo como en el pasado.
En Houston, Texas, la ciudad ha optimizado la infraestructura de tecnología médica digitalizando el acceso en tiempo real a datos sanitarios mediante el proyecto Smart Hospital. Así, se puede acceder a su historial sanitario en todos los hospitales de la ciudad. Igualmente, y gracias a sensores y al uso del internet de las cosas, hacen un monitoreo en tiempo real de los enfermos.
Beneficios smart ante los grandes retos
“El hospital del futuro será un hospital sin paredes”, concluye un reciente informe de Deloitte. Gracias a las conexiones 5G, las historias clínicas digitalizadas y una atención telemática de mejor calidad, no se necesitará tanto la centralización en un espacio. La presión por reducir los costes de la atención sanitaria y la creciente presión para que esta atención cubra muchas facetas de la vida empujarán también en esa dirección.
Al fin y al cabo, la gran pregunta es si el beneficio más notable del smart hospital es que ayude a afrontar los retos de la sociedad actual. Los datos parecen señalar en esa dirección.
La atención sanitaria global se enfrenta a problemas a la hora de encontrar personal y al crecimiento en costes, mientras el envejecimiento de la población sube la presión asistencial. Los smart hospitals podrían resolver esos retos. McKinsey calcula que, gracias al uso de la inteligencia artificial, el machine learning y el deep learning, se podrían ahorrar entre 200.000 y 360.000 millones de dólares en gasto sanitario a nivel global. El ahorro de costes y los beneficios económicos serían una de las grandes ventajas de los hospitales inteligentes.
No serían los únicos, y es por eso que cada vez se usa más el smart hospital y se le da más peso en la transformación de la sanidad. Sus otros beneficios hablan de una mejora en los resultados: la mayor eficiencia en costes va paralela a mejores servicios y unos impactos más positivos en la salud.
Para las ciudades, estas ventajas están intrínsecamente conectadas con los retos a los que en líneas generales se enfrentan. El salto a la smart city las ha convertido en una constante fuente de datos que pueden ser aprovechados para mejorar la salud colectiva.