Por qué crear espacios públicos en el contexto metropolitano requiere un esfuerzo más centrado en las personas

Por qué crear espacios públicos en el contexto metropolitano requiere un esfuerzo más centrado en las personas

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Autor: Octavi de la Varga, Secretario General de Metropolis

La explosión de las ciudades intermedias en todo el mundo y la continua expansión de espacios metropolitanos es una de las características principales del siglo XXI. Durante muchos años, ciudades y espacios metropolitanos han sido diseñados con frecuencia pensando en términos de grandes infraestructuras, belleza y retorno financiero. Y de repente, la pandemia de la Covid-19 surgió, dejando al mundo paralizado. Los confinamientos nos forzaron a ver nuestras ciudades y a tomar parte en la vida pública a través de internet (¡en el caso de que los que tuvieran los medios!) o a través de las ventanas. En este mundo, muchos habitantes descubrieron la importancia de una realidad que hemos dado por supuesta: el espacio público.

Como remarcamos en nuestra "Llamada a repensar los espacios metropolitanos", la pandemia no solo ha acercado probablemente nuevos desafíos a nivel urbano, sino que nos ha hecho enfrentarnos a contradicciones, desigualdades y problemas presentes en nuestras realidades urbanas.

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La calidad del espacio público se ha convertido en sinónimo de calidad de vida. Es donde experimentas la verdadera alma de una ciudad. Solo tienes que fijarte en lo que está sucediendo ahí, a la luz del día y también por la noche: ¿hay niños jugando fuera?; ¿pueden las mujeres moverse con seguridad?; ¿hay zonas verdes?; ¿hay calles y sendas accesibles?; ¿se desarrollan actividades culturales y económicas? Estamos hablando de los usos y la propiedad del espacio público.

Esto no es algo nuevo. Resulta interesante remarcar lo que la profesora Mary P. Ryan señala en su libro "Civic wars: reflecting on public life in American Cities". Según ella, se volvieron menos públicas, menos democráticas y visiblemente marcadas por la discriminación racial. Lo sorprendente es que habla del siglo XIX. Pero sus palabras pueden resonar perfectamente en el paradigma de vida urbano actual en los espacios públicos de muchas ciudades alrededor del mundo. El espacio público del siglo XXI se ha tornado cada vez menos público, menos democrático y visiblemente marcado por la discriminación contra la diversidad.

Esto está teniendo lugar al mismo tiempo que el público se está desasociando de la toma de decisiones y lo que me atrevo a llamar "rabia urbana" (que expresa de formas distintas y por distintos motivos) aparece en espacios públicos, de Hong-Kong a Barcelona; de París a Santiago de Chile; de  Bogotá a Ottawa; de Johannesburgo a Teherán.

Como decía al principio, esos problemas ya estaban ahí, pero la pandemia los ha exacerbado. Los problemas de salud, sociales y económicos parecen haber dado forma a un proceso de transformación de la ciudad en el que los intereses y las experiencias del público están moldeando procesos de planificación urbanística. Sin embargo, esto se amplifica cuando las consecuencias de esta nueva enfermedad que han tenido en los habitantes de grandes aglomeraciones no son contenidas dentro de límites jurisdiccionales o municipales. Hablamos de espacios urbanos discontinuos, descentralizados y policéntricos que generan nuevos entornos metropolitanos donde la gente vive, trabaja, compra y utiliza servicios de diferentes jurisdicciones en un solo día.

Pensar en espacios públicos usando un contexto o escala metropolitana puede ayudar a los planificadores urbanísticos a crear espacios mejores, más saludables, verdes, igualitarios, inclusivos y accesibles para todos. A fin de cuentas, pensar en términos de espacio público en una ciudad o contexto metropolitano supone pensar en las necesidades de la gente y en un diseño urbano que pone las prioridades humanas en posición central.

El urbanismo táctico puede proporcionar a los líderes urbanos soluciones apropiadas. Aunque existe un cierto riesgo en pensar que las profundas transofmr4aciones que se necesitan para responder puedan ser resueltas simplemente mediante intervenciones de urbanismo táctil y trayendo de vuelta la naturaleza a nuestras áreas urbanas.

Al final, el debate sobre el espacio público no puede tener lugar sin considerar otros debates. En particular, la movilidad, la vivienda y/o la disrupción digital. Y el papel que queremos que jueguen los habitantes no solo dando forma a esas políticas, sino implementándolas y "disfrutándolas".

Extremadamente crítico es el asunto de la disrupción digital en el espacio público dentro de dos campos concretos: el impacto en los nuevos modelos económicos y de distribución, y la generación de datos.

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Los modelos económicos y de distribución que están apareciendo gracias a unas tecnologías rápidamente cambiantes están moldeando nuestras ciudades y nuestros espacios metropolitanos, lo que de nuevo nos lleva a la pregunta de quién es propietario del espacio público y quién puede sacarle el máximo provecho. Además, estos nuevos negocios que hacen uso del espacio público deben coexistir con negocios tradicionales (por ejemplo: mercados al aire libre, terrazas…). Hay que hacer énfasis en la relación con los propietarios de dichos negocios, los usuarios de los servicios y los habitantes.

El otro problema que nos trae la disrupción digital es la generación de datos a partir de habitantes en el espacio público. Nadie cuestionará que necesitamos datos para ganar eficiencias y gestionar mejor el espacio público, pero al mismo tiempo existe un cierto riesgo de que en lugar de tener habitantes, tengamos una mercancía.

Probablemente las palabras de la profesora Mary P. Ryan acerca de las ciudades estadounidenses del siglo XIX que citaba al comienzo representan mejor que otras los riesgos a los que se enfrentan las ciudades y los espacios metropolitanos durante cada periodo de la historia. La diferencia puede que esté en los desafíos específicos y la rápida transformación de nuestras realidades urbanas. No tenemos una solución para todas las realidades, pero lo que sabemos seguro es que las soluciones solo duran y solo resultan adecuadas si se orientan a la gente.

Imágenes | Tyler Gooding, Tom Barrett, Josh Appel

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