CopenPay: cómo Copenhague quiere ser más verde usando a los turistas

CopenPay: cómo Copenhague quiere ser más verde usando a los turistas

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Autora |Raquel C. Pico

Las últimas estadísticas del Foro Económico Mundial apuntan que el turismo global ha vuelto ya a los niveles de movilidad prepandemia. Esta recuperación de los viajes va paralela a un boom de visitantes en algunas ciudades, que empiezan a acusar los efectos de lo que ya se llama turistificación (el impacto negativo de la masificación turística).

El reto para los viajes del futuro pasa por encontrar un modelo de turismo sostenible, uno en el que los viajeros y los habitantes de los destinos turísticos convivan y uno en el que se respete el medioambiente. Algunas iniciativas ya permiten visualizar cómo podría ser esa alternativa: CopenPay es una de ellas.

Turismo sostenible convertido en experiencias

CopenPay ha premiado durante la campaña de verano a aquellos turistas que tomaban decisiones viajeras climate-friendly en sus viajes por Copenhague. Detrás del proyecto ha estado el propio servicio de turismo de la ciudad, que buscaba —como explican ellos mismos es la nota de prensa de presentación de la idea— “convertir las acciones verdes en moneda para experiencias culturales“.

El turismo sostenible se fusiona así con una de las tendencias al alza de la industria de los viajes del siglo XXI, la del turismo de experiencias. “Con CopenPay, estamos empoderando a la gente para que experimente más lo que Copenhague ofrece mientras reducimos nuestra carga sobre el planeta”, apuntaba Mikkel Aarø Hansen, CEO de Wonderful Copenhagen, en la presentación de la idea.

En cierto modo, en lugar de adaptar la ciudad a las necesidades de los turistas, consiguen que los visitantes se integren en los patrones y en la filosofía de la ciudad. Copenhague es, con sus 382 kilómetros de carriles bici y el 62% de su ciudadanía que la usa para ir a trabajar, una ciudad con una gran tradición verde. Para adaptarlo al turismo sostenible, han creado un programa con una estructura simple y unos objetivos divertidos.

Café gratis por ir en bici

El sistema funciona de una manera muy sencilla, pero a la vez muy efectiva para convencer a los viajeros para tomar decisiones más sostenibles. Los turistas van ganando recompensas con cada decisión responsable que toman, ya sea desde optar por transporte público hasta trabajar en algún huerto urbano.

Por ejemplo, ayudar a recoger la basura desperdigada por el parque Sparta daba derecho a tomar café y pastitas gratis, llevar la basura plástica a la Galería Nacional de Dinamarca a participar en un taller para convertirla en una obra de arte o acercarse en bici, metro o andando al Museo de Copenhague a una invitación a un café gratis. Para conseguir las recompensas solo había que mostrar alguna prueba de que se había hecho el comportamiento verde esperado, aunque como prueba se aceptaban muchas cosas porque el sistema estaba “basado en la confianza“.

Por ahora, CopenPay ha sido un programa piloto. Como anuncia la ciudad en su página oficial para turistas, la iniciativa se ha cerrado ya (funcionó entre el 15 de julio y el 11 de agosto). Ahora están evaluando cómo ha funcionado este programa de turismo responsable, pero el objetivo es que no sea flor de un día. Esperan no solo volver a repetirlo en próximos años, sino también exportar la idea a otras ciudades.

El reto del turismo sostenible

El turismo sostenible es aquel que tiene en cuenta todos los impactos de la actividad turística para diseñar una estrategia de turismo responsable. Esto es, más allá de las cuestiones positivas —como puede ser la creación de empleo o la preservación de monumentos— se pregunta por las condiciones en las que trabaja ese personal de la industria turística, el coste medioambiental de los movimientos de personas o el impacto que los flujos tienen sobre las ciudades que los reciben y sus habitantes. Con los datos en la mano busca soluciones para corregir los puntos negativos.

Dentro de este paraguas emergen etiquetas como las del turismo responsable (en el que los viajeros buscan minimizar sus impactos negativos y adoptan buenas prácticas) o el ecoturismo (que une el viaje con la protección de los ecosistemas).

Se podría decir que el turismo sostenible es la última evolución histórica del turismo, muy conectada con los cambios sociales y económicos de las últimas décadas. Cada vez se viaja mucho más y lo hacen muchas más personas. De hecho, se espera que las cifras a futuro de la industria turística superen a las que se habían logrado antes de 2020. Solo en los primeros siete meses de 2024, los cálculos del Barómetro de ONU Turismo del Turismo Mundial hablan de que viajaron a nivel global 790 millones de personas, un 11% más que en 2023. A mayor carga turística, mayor será también —si no se corrige— su efecto negativo.

Las ciudades son uno de los principales epicentros de este ingente flujo de visitantes, por lo que la presión turística está intensamente conectada con las tendencias que marcan su futuro. Muchas localidades europeas —Lisboa y Oporto (Portugal) o Barcelona y Málaga (España) son ejemplos— están viendo los efectos sobre su mercado inmobiliario de la presión turística, lo que crea nuevas brechas de desigualdad entre sus habitantes. Por ello, el turismo sostenible es una de las piezas fundamentales para hacer más vivible la ciudad del mañana.

Fotos | OleksandrCarlo VillaricaMichael Jerrard

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