Autora | Raquel C. Pico
Durante mucho tiempo, cada cambio en la planificación urbana y cada reajuste que se hacía en las ciudades requerían imaginación. Las personas implicadas debían visualizar posible intervención y cuáles serían los resultados usando una combinación no siempre fiable de maquetas, dibujos técnicos y cálculos. Sin embargo, la tecnología está cambiando profundamente las cosas. La realidad aumentada (RA, o AR por sus siglas en inglés) permite previsualizar cómo será la ciudad antes de que se apliquen esos ajustes.
Aunque se suele hablar de la realidad aumentada y de realidad virtual de forma conjunta, lo cierto es que no son exactamente lo mismo. Para entender qué es la realidad aumentada, hay que olvidarse de esa sensación de entrar en una suerte de mundo distinto. Si la realidad virtual quiere llevar al usuario otro espacio, la aumentada mantiene al usuario en el mundo real, limitándose a superponer sobre él elementos virtuales.
Para qué se usa la realidad aumentada
Para las ciudades, estas características son las que hacen que la RA resulte tan atractiva. Es mucho más accesible, tiene una barrera de entrada tecnológica más baja y la ciudadanía ya cuenta con un parque de dispositivos compatibles: sus propios smartphones. Solo se necesita un software de realidad aumentada, apuntar y listo. Desde la propia pantalla del móvil se podrá acceder a todo su potencial.
Por supuesto, para un uso profesional puede resultar más interesante utilizar visores y controles especiales, que proporcionan una mayor sensación de inmersión y control tridimensional.
Las aplicaciones en planificación urbana son múltiples y operan a varios niveles. Por un lado, están los propios usos prácticos. La RA permite ver de un modo bastante pragmático cómo será la urbe una vez aplicados cambios urbanísticos; lo que ayuda a afinar mejor la planificación, pero también permite reducir errores o redundancias o visualizar oportunidades.
Por otro, también cambia la relación entre el urbanismo y la ciudadanía. Implicar a la población en el potencial de las transformaciones urbanas —o incluso advertirles de sus zonas grises— es mucho más sencillo cuando no se está hablando de algo abstracto, sino que puede ser visto. Como defiende el investigador del MIT Media Lab, Ariel Noyman, «las herramientas físicas, tangibles, son mejores para comprender qué ocurre en la ciudad». El impacto teórico de un nuevo edificio de oficinas se convierte en algo que se visualiza cuando se aplica la RA. La población puede apreciar de forma más clara la congestión que eso implicaría en tráfico.
Casos de éxito
Justo, ese es uno de los puntos clave en los casos de éxito en sus aplicaciones en urbanismo. Lograr que la ciudadanía sienta como suyos los cambios urbanos es crucial, aunque la implicación no es siempre fácil. Un público especialmente apático son los adolescentes, que fueron quienes protagonizaron una campaña en Oslo, Noruega, en la que la RA les permitía elegir dónde se iban a plantar los árboles de una acción de reverdecimiento urbano. Los jóvenes ganaron en confianza, según descubrieron los investigadores que observaron el proceso, pero también en implicación en el proceso.
En Viena, Austria, o Lucerna, Suiza, la RA se ha usado para mejorar el consenso en los cambios urbanísticos necesarios para crear ciudades más sostenibles. En el caso vienés, por ejemplo, se aprovechó la renovación del alcantarillado de una calle para hacerla más resiliente al cambio climático. Gracias a la realidad aumentada, se comprendió mejor qué esperaban los residentes y su conexión emocional con su calle.
No menos importante es que al usar RA aumenta la transparencia de este tipo de procesos, algo crucial en un momento en el que las urbes se enfrentan a muchos retos y tendrán que tomar decisiones complicadas para solventarlos. Así, por ejemplo y en el marco de las smart cities, esta tecnología puede ayudar a desarrollar espacios más verdes y respetuosos con el medioambiente, como hace en Japón la ciudad de Fujisawa.
En resumidas cuentas, el potencial de la realidad aumentada va más allá de cuestiones como la decoración urbana. Algunas líneas de trabajo apuntan el potencial que tendría incorporarla en los vehículos para lanzar alertas e información de interés mientras circulan por la ciudad o para la gestión de desastres, ya que se podría visualizar las zonas afectadas desde cualquier lugar y tomar decisiones más acertadas.
Turismo y experiencias inmersivas con RA
Aunque, por supuesto, no se debe olvidar la parte más lúdica. Si la RA sirve para gamificar desde las compras al aprendizaje escolar, también lo puede hacer con las ciudades. Para quienes viven en ellas y para quienes las visitan, abre la puerta a crear experiencias inmersivas. Tarragona, España, tiene una app que revive mientras se pasea por sus calles cómo era en la época romana, algo parecido a lo que hacen algunos museos con sus fondos.
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