Autora | Raquel C. Pico
Cuando se piensa en qué define a una smart city o qué características definirán a la ciudad del futuro, la ciudadanía visualiza espacios altamente tecnologizados y lo más cercanos posibles a una película futurista. Cuestiones como el deporte, la naturaleza o el ocio no suelen tener posiciones destacadas en esas visiones utópicas. Sin embargo, son ya piezas fundamentales en los planes que se desarrollan desde el urbanismo para la ciudad del mañana.
Si en la cultura popular se esperan coches voladores, en los proyectos de investigación y desarrollo se ha entendido ya la importancia de tener más árboles, más circuitos peatonales y más actividades de entretenimiento. La salud de las personas y del planeta depende bastante, por muy sorprendente que pueda parecer, de los deportes y el ocio.
De hecho, para las fuentes expertas, está cada vez más claro el vínculo entre la ciudad del futuro y el deporte: en las prácticas deportivas se ve la llave para solucionar no pocos de los problemas que se esperan del futuro y que ya son, en parte, retos del presente. El deporte ayuda a mejorar la salud de la población, porque apostar por crear infraestructuras que lo propician lleva a la ciudadanía a moverse más y a adoptar hábitos más saludables. Igualmente, es una receta contra la epidemia de soledad, porque potencia las actividades en grupo, la conexión con otras personas y hasta incluso los intercambios intergeneracionales. Sus conexiones con el mantenimiento y existencia de zonas verdes urbanas o la reducción del uso de vehículos también llevan a reducir las emisiones y a hacer las ciudades más verdes.
Por eso, no sorprende que Singapur esté apostando fuertemente por el ocio y el deporte a la hora de definir cómo quiere ser. Respuesta recurrente cuando se pide un ejemplo de ciudad ejemplar, la isla-nación ha puesto en el epicentro de su visión urbanística los espacios para el deporte y el ocio.
Plan general para el entretenimiento
Incluso, este año se ha lanzado el Recreation Master Plan; en resumidas cuentas, un plan general para el entretenimiento. Las autoridades singapurenses parten de la idea de que «el entretenimiento mejora nuestra calidad de vida y aporta a nuestro bienestar mental y físico». Con ello quieren sumar opciones para todas las edades e intereses (desde actividades más dinámicas a otras más relajadas), que tendrán igualmente en cuenta la naturaleza —y su protección— o la necesidad de crear comunidad.
Para ello abrirán senderos y recorridos e infraestructuras urbanas, como puertos o estadios. Igualmente, diseñarán parques para todas las edades y habilidades y espacios de ocio con diferentes funcionalidades, así como potenciarán «salas de estar» públicas en las plazas o en zonas ahora infrautilizadas, como los lugares bajo pasos elevados. En la base del proyecto también está la cultura, porque las artes o las tradiciones se sumarán a estas ideas.
Una estrategia para ser «dinámica y encantadora»
Esto conecta, además, con la esencia urbanística de la ciudad en las últimas décadas. Como recuerda el libro Shaping Singapore through Urban Desing, publicado por el Centre for Liveable Cities, Singapur aspira con su planificación urbana a convertirse en un lugar dinámico, distintivo y encantador. Para conseguirlo, esta visión holística y sostenible del urbanismo es fundamental.
La reinvención de las áreas ya existentes y el diseño de los nuevos desarrollos urbanos lo tienen en cuenta incluyendo más zonas verdes. También se apuesta por crear redes peatonales que sean accesibles a toda la población —sean cuales sean sus necesidades y capacidades en movilidad— y que prevén potenciales disrupciones. Por ejemplo, se crean diferentes niveles que permiten suavizar las aglomeraciones en horas punta o que permiten seguir caminando en condiciones climáticas adversas. En paralelo, se ha desarrollado una infraestructura de carriles bici que permiten moverse sobre dos ruedas. El 70% del perímetro central ya se puede recorrer usándolos, aunque se espera completar la isla en 2030.
Por supuesto, esta apuesta no solo tiene efectos medioambientales —al moverse a pie o en bicicleta se eliminan las emisiones de los coches—, sino también de movimiento. La ciudadanía es más activa y menos sedentaria, al tiempo que cambia su relación con el entorno. Cuando se va a los sitios paseando, se hace vida de calle. Esto es, se conocen esos lugares y todo lo que en ellos ocurre.
Y Singapur anima esos espacios con actividades. El ejemplo de lo que ocurre con la zona céntrica puede servir para visualizarlo. Se realizaron encuestas entre sus habitantes para saber qué les interesaba y crear actividades. Esto funciona como un potencial gancho para rejuvenecer la población de esas zonas (implicar a la juventud es determinante en el camino hacia la sostenibilidad urbana), pero también para potenciar la cultura, el ocio y el deporte. Una sesión colectiva de yoga en una plaza supone un activo saludable —sus participantes están haciendo deporte— pero también en bienestar —lo están haciendo juntos—, al tiempo que crea espacio, al modificar la relación que se tiene con el lugar en el que se hace.
La única zona azul urbana
Singapur logró realizar esta transformación a pesar de su elevada densidad urbana. Aunque muchas personas viven en un espacio reducido, no están sacrificando las infraestructuras necesarias para conseguir llevar los deportes y el ocio a la población. Están aprovechando las ventanas de oportunidad, tanto en los procesos de reinvención urbana como en los nuevos diseños.
Así, se introducen zonas verdes en las planificaciones de los diferentes barrios. En los edificios de la ciudad —en los que conviven distintos tipos de familias, tanto por su composición, sus ingresos como sus edades—, se realizan actividades en las zonas comunes en las que todos pueden participar. De este modo se conoce a los vecinos, lo que reduce la soledad, y se asienta una agenda de deporte y ocio desde ya lo inmediato.
Esta apuesta aporta réditos a corto, medio y largo plazo. Singapur se ha convertido en la única zona azul urbana del mundo, uno de los lugares con mejores ratios de envejecimiento, porque han logrado ver la cuestión de una manera holística y han comprendido la importancia del urbanismo como factor de impacto en la salud y bienestar de sus habitantes.
El 54% de la población hace deporte ya al menos una vez por semana y el 26% tres veces, una cifra que supera ampliamente los datos de inicios de los 90 (cuando solo el 8% hacía deporte con regularidad) y la situación global en la que la falta de actividad se ha convertido en una realidad preocupante.
Reinventar la marca-ciudad
No menos importante es también el efecto que el deporte y el ocio tienen en la imagen de marca de las ciudades, puesto que llevan a que se modifique desde dentro y desde fuera lo que se piensa de ellas. Las características que se les atribuyen se vuelven más positivas.
De hecho, existen ya investigaciones académicas que vinculan la reinvención de Singapur a su apuesta por estas temáticas. Si a principios de siglo Singapur era una ciudad de negocios y su imagen se conectaba fundamentalmente con este terreno, ahora ha logrado un atractivo más transversal. Lo ha conseguido apostando por los deportes —tanto a nivel planificación urbana como en eventos— que la han dotado de otra dimensión.
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