Autora | Lucía Burbano
Las ciudades inteligentes aspiran a conseguir la excelencia; a ser más sostenibles, innovadoras, inclusivas y saludables, a proveer de oportunidades y a comunicarse mejor con sus habitantes. Para conseguir sus objetivos, la tecnología es la gran aliada, pero también lo es la gestión humana en cuestiones como la gobernanza o políticas municipales que identifiquen y ejecuten las líneas de actuación prioritarias para asegurar su bienestar y el de aquellos que las habitan.
En este contexto, la globalidad pone en común retos y objetivos similares, sin que la geografía y coyuntura particular sea necesariamente decisiva. Estas metas, y las herramientas para lograrlas, se reúnen en una serie de tendencias compartidas por las urbes globales para moldear su yo del futuro.
Tendencias urbanas: el foco está en la sostenibilidad, la inclusividad y la resiliencia
Movilidad: hacia las cero emisiones
El año 2030 está marcado en el calendario de muchas ciudades para cumplir con los objetivos de descarbonización. Dado que el transporte es responsable del 28% de las emisiones, los esfuerzos en movilidad se centrarán en inversiones, políticas y desarrollos que utilicen energías verdes alternativas como el hidrógeno o baterías en el transporte privado, público o en la logística de última milla. Barcelona, Berlín, Madrid, Roma y Varsovia sin ir más lejos, han manifestado que a partir de 2025 solo adquirirán autobuses cero emisiones.
Gobernanza: más poder para las urbes
La gobernanza municipal ha alzado la mano para revertir el poco poder de decisión que tienen las ciudades en cuestiones que dependen de gobiernos nacionales como, por ejemplo, la vivienda, las infraestructuras y los equipamientos. El informe de PEAK Urban Unleashing sustainable cities of the future destaca cómo Medellín utiliza instrumentos de planificación para mejorar su cobertura de servicios públicos o para luchar contra la violencia que han impactado positivamente también a nivel nacional.
Urbes inclusivas
Crear ciudades más inclusivas cuyo acceso a las necesidades básicas sea un derecho y no un lujo es un reto. El Banco Mundial denuncia que, actualmente, uno de cada tres ciudadanos de las regiones en desarrollo habita en barrios marginales sin acceso a servicios mínimos. En las capitales europeas, tener acceso a una vivienda se ha convertido en el caballo de batalla de muchas urbes.
En Lisboa, por ejemplo, el precio de la vivienda se incrementó un 120% entre 2012 y 2022, complicando su acceso a un buen porcentaje de su población. Pero la ciudad ya ha tomado medidas: desde 2021 se han construido y renovado más de 1.500 viviendas para personas con ingresos medios y bajos, frente a los 17 pisos al año en los últimos 14. Además, el gobierno municipal está comprando propiedades inmobiliarias para renovarlas y alquilarlas a precios más bajos.
Tecnologías para avanzarse a escenarios futuros
Inteligencia artificial, metaverso, gemelos digitales…el impacto de estas tecnologías predictivas en la gestión urbana ya es una realidad que irá a más. Ya existen ejemplos de cómo la IA se emplea en casos muy concretos relacionados con procesos de participación o para mejorar el tráfico de las ciudades.
Barcelona es la primera ciudad europea con un gemelo digital en pleno funcionamiento en el que se prueban escenarios futuros y Seúl ha anunciado que va a crear una réplica virtual en el metaverso que espera que esté operativa en 2026.
Económicamente resilientes
Para hacer frente a las distintas complejidades locales, nacionales o internacionales a las que se enfrentan, las urbes deben adoptar la resiliencia económica urbana. Según recomienda UN Hábitat, ésta se basa en una serie de pilares: el entorno empresarial, la gobernanza económica, las condiciones del mercado laboral, sistemas de infraestructuras y conectividad, que deben considerarse de forma integrada y holística.
El informe destaca como Sofía, capital de Bulgaria, se sobrepuso a la pandemia gracias a su economía basada en los servicios, sobre todo de alta tecnología y comercio, que ayudaron a que el desempleo se mantuviera por debajo del 10% en los grandes municipios del país. Otras ciudades a priori más prósperas, como Salzburgo, estaban menos diversificadas, y se vieron más impactadas por la caída de actividades como el turismo.
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