Autor | Jaime RamosLa superpoblación ha sido observada como una amenaza histórica para la humanidad en algunos ámbitos del conocimiento, desde las esferas filosóficas a la literatura de ficción. No en vano, uno de los grandes autores del género, Isaac Asimov, nos regalaba hace unas décadas una buena metáfora para ayudarnos a visualizar la cuestión: ¿Qué ocurre cuando en una sola casa viven 20 personas y solo hay dos cuartos de baño?Habría que establecer turnos, comenzarían suspicacias sobre los tiempos en los que unos y otros usan el servicio, etc.. La libertad para poder utilizar algo tan esencial se vería muy limitada. Es lo que Asimov daba a conocer como metáfora del cuarto de baño, para advertir, no sin crudeza, sobre los posibles problemas de la superpoblación y de la natalidad descontrolada en muchas partes del planeta.El fenómeno de la superpoblación existe, pero ¿supone semejante amenaza para la supervivencia y las condiciones de vida en la Tierra? ¿Qué caminos puede seguir la humanidad para paliar sus efectos y que los Derechos Humanos no decaigan?Estas preguntas atraen, ya de por sí, asperezas irreconciliables entre los expertos. Mientras que algunos piensan que las posibles soluciones están en nuestras manos, otros miran al cielo para dar sentido a una vía de escape. Y es que jamás se había hablado tan en serio de colonizar otros mundos como a finales de esta década.
Las cifras de la superpoblación
Las proyecciones de Naciones Unidas indican que la población mundial rozará los 9.000 millones de habitantes pasado el año 2050. Supondría doblar el número de habitantes que existen en el planeta en apenas 70 años. En el reparto entre continentes Asia aglutinaría 5.300 millones, África 1.800 millones, América Latina y Caribe 809 millones, Estados Unidos y Canadá 392 millones, y Europa 628 millones.Las urbes pasarán a soportar la mayor parte del peso de este incremento. El 68% de la población de 2050 vivirá en una ciudad. El análisis a gran escala de este tipo de datos ha sido una preocupación en las últimas dos centurias, e incluso en la época pre-industrial con los vaticinios de Thomas Malthus y su célebre obra An Essay on the Principle of Population. Su teoría demográfica preveía la extinción de la especie humana para 1880.Este tipo de alarmismo ha seguido presente a lo largo de la historia. Con todo, no conviene infravalorar las necesidades provocadas por el aumento exponencial de la población, teniendo presente a Asimov y su metáfora del cuarto de baño.
Soluciones al fenómeno de la superpoblación
Los aumentos de población y las grandes concentraciones urbanas tendrán consecuencias en infinidad de aspectos. Las amenazas existen y ya se dan: empobrecimiento de la población, sociedades más injustas, peligro para la sostenibilidad. Del mismo modo, las ciudades inteligentes están demostrando contar con soluciones reales para estos problemas.Estas las encontramos en numerosas disciplinas tecnológicas, como la del tratamiento avanzado de la información. La mejor gestión de la misma a través del Big Data favorece el intercambio de conocimiento y propicia servicios e infraestructuras más eficientes y viables desde un punto de vista económico. Esa recogida de datos es la base de proyectos como el Programa Marco de la Unión Europea. Una de sus principales acciones es la instalación de 20.000 sensores en cuatro ciudades del continente europeo.La sostenibilidad y la reducción de las emisiones contaminantes, tan en boga en los últimos tiempos, es otro ejemplo de cómo el aumento de la población exige un cambio en el modelo de transporte de las ciudades. Hace 20 años era impensable que las ciudades sacasen los coches de sus centros, que el transporte privado se basara en el coche eléctrico, compartido y autónomo.Hoy son realidades que comienzan a materializarse con la vista puesta en el siguiente escalón, el del transporte aéreo urbano. Son solo algunos ejemplos que demuestran la increíble adaptación de las ciudades para asimilar retos que implican grandes masas de población.La metáfora del cuarto de baño se relaciona a la perfección con el fenómeno del co-living y la esencia de compartir. ¿Será una opción obligada por el coste de la vida o elegida con libertad económica? Los límites físicos de la ciudad son inamovibles, pero la eficiencia en la gestión de sus recursos está lejos de tocar techo.
Las estrellas, ¿nuestro destino?
El sueño utópico de la conquista espacial parece establecer lo contrario. Es decir, es necesario el empleo de un sinnúmero de recursos para lograr el beneficio de paliar los efectos negativos de la superpoblación a muy largo plazo. Pese a esto, muchos de los grandes gurús tecnológicos de nuestra época abogan por mirar a las estrellas. De hecho, algunos creen que será la única solución llegado el momento en que no podamos costear el mantenimiento y las roturas de nuestro cuarto de baño.Tal es el caso de Jeff Bezos. El creador de Amazon es, en la actualidad, la persona más rica del mundo. Aproximadamente 150.000 millones de dólares lo atestiguan. Es una de las personas que cree que para salvar la Tierra hemos de conquistar otros mundos. Confeso amante de la ciencia ficción, ha puesto la maquinaria de su imperio económico manos a la obra, creando Blue Origin.En el horizonte de Blue Origin no solo se encuentra el objetivo de enviar al hombre al espacio, comenzando con la colonización lunar, no solo se pretende canalizar toda su inversión en un pilar de la economía planetaria, sino que además se encumbra la idea de la fe ciega en el espacio para que un ejército de 1.5oo trabajadores y su creador sean parte activa de lo que sería uno de los capítulos más importantes de la historia de la humanidad.
SpaceX y Blue Origin son solo el principio
Si en el siglo XX la apertura espacial era un asunto que se costeaba con dinero público, el siglo XXI nos muestra que la inversión privada se interesa más que nunca por superar los límites alcanzados. Otro ejemplo memorable es el de Elon Musk y la compañía espacial SpaceX, que ya proyecta una misión a Marte. En su web y en palabras de Musk, podemos leer casi como un emblema:
Quieres despertarte por la mañana y pensar que el futuro será genial, y que ser una civilización estelar es precisamente eso. Es creer en el futuro y pensar que el futuro será mejor que el pasado. Y no puedo pensar en nada más emocionante que salir ahí fuera y estar entre las estrellas
Otro gigante de la industria y otro mundo que conquistar (Marte), pero la misma idea convertida casi en evangelio, como prólogo irremediable de la aventura histórica que se pretende emprender. Tras el complejo tablero de piezas para que el espacio sea una solución viable a los problemas de la superpoblación se esconde un interrogante. ¿Es realmente una vía de escape realista o responde a la lógica megalómana de sus millonarios impulsores?
¿Precipitación espacial u oportunidad antes de que sea tarde?
La segunda opción es la elegida por algunos cosmólogos como Martin Rees (Cambridge University). Estos creen que la conquista de otros mundos como Marte para aliviar nuestros problemas es un error. Y es que, el coste de solucionar los actuales impedimentos de la colonización y terraformación es… demasiado elevado.Rees opina que el sueño de Marte es un delirio porque se trata de un ambiente más hostil que el Everest o el Polo Sur. Paliar el cambio climático en la Tierra es prioritario a la terraformación de Marte, según el científico. Se une a la opinión de otros tantos expertos, que enumeran los obstáculos espaciales y el error que podría suponer apostar tanto dinero a la carta del espacio.La urgencia que imponen fenómenos como la superpoblación de cara a escapar de nuestro cuarto de baño es relativa, dependiendo de la óptica desde la que se aprecie. Lo que parece claro es que la capacidad adaptativa del ser humano está escribiendo un capítulo crucial con las ciudades inteligentes. Gracias a estas, la colonización de otros mundos extraterrestres continuará siendo una cara alternativa, pero no la única.Imágenes | iStock/NicoElNino, iStock/Elen11, iStock/dottedhippo, iStock/wissanu01, iStock/SergeyIT, iStock/filipefrazao, iStock/gorodenkoff