Autores | Jaime Ramos, Raquel S. Pico
Es probable que, cuando en el siglo XIX la innovación en construcción permitió hacer cada vez edificios más altos, no se esperasen estar algún día por encima de las nubes. Sin embargo, pronto aparecieron los rascacielos, que se convirtieron en el emblema de la ciudad moderna. Ahora, y mientras se sigue debatiendo sobre cómo debería ser la ciudad del futuro para ser más sostenible y eficiente, los rascacielos han cruzado ya esa frontera.
De vez en cuando se viraliza una vista área de Dubái (Emiratos Árabes Unidos) un día con niebla o uno con nubes: las plantas más altas de sus rascacielos quedan por encima del manto blanco. Es en esa ciudad donde se encuentra el rascacielos más alto del mundo, el Burj Khalifa. Todavía ningún otro edificio ha superado sus 828 metros de altura (aunque las plantas habitadas solo llegan hasta los 584 metros, las planta 163). Los días nublados son raros en Dubái, pero no lo son tanto en Chicago, otra ciudad donde no es raro ver como sus rascacielos se encaraman por encima de las nubes.
Las imágenes son impresionantes, pero lo cierto es que el diseño de rascacielos no solo importa por su capacidad para asombrar e impactar. También puede ser una vía para responder a retos urbanos tan cruciales como la construcción sostenible o el ahorro de suelo.
Rascacielos y diseño innovador
La innovación tecnológica puede dar con funcionalidades arquitectónicas capaces de combatir los problemas que afrontan las ciudades actuales. De hecho, se está experimentando con nuevos materiales, como puede ser el uso de madera —como se está haciendo en Estocolmo— o la apuesta por biomateriales. Los rascacielos fueron una de las grandes innovaciones urbanas y siguen siendo una potencial vía para lograr rediseñar las ciudades y hasta alcanzar los objetivos de sostenibilidad.
En líneas generales, los rascacielos solucionan, ante todo, el problema del espacio urbano. No hay más que pensar en cómo se convirtieron en emblema de ciudades y zonas urbanas de dimensiones reducidas, como Manhattan en Nueva York (Estados Unidos), limitada por su propia condición de isla. Igualmente, durante el siglo XX, se afianzaron como un elemento de identidad urbana y uno capitalista.
Sus voces críticas han señalado que esto ha impactado más en su construcción que las propias necesidades que cubren (esto es, se apuesta por el rascacielos por su aspecto efectista) y que no pocas de esas construcciones colosales acogen luego espacios vacíos o crean una brecha social.
Sin embargo, la estrategia futura de diseño de rascacielos opta por verlos de un modo holístico y, especialmente, desde el prisma de la construcción sostenible. El estudio It’s alive, de Arup, imagina los rascacielos de 2050 como claves para regenerar espacios urbanos y hacerlos más inclusivos, así como para ganar en resiliencia y adaptabilidad.
Así, su diseño innovador los llevará a estar “centrados en los humanos”, con un foco en la salud, la participación o la inclusión de sus habitantes, al tiempo que se adapta a las necesidades de la ciudad, regenera recursos y se enfoca desde la completa circularidad. El uso de inteligencia artificial y algoritmos para ser autónomo los encuadrarán con las claves de las ciudades inteligentes.
Algunas propuestas innovadoras
Estas ideas se pueden ver ya en cómo se están construyendo ahora mismo los rascacielos. Un ejemplo es el rascacielos The Sharp, en Londres (Reino Unido), que cuenta con su propia planta de cogeneración de energía para ser autosuficiente y que intentó ya desde el momento de su construcción reducir su huella de carbono.
Los proyectos seleccionados en los premios anuales de la revista eVolo, la más importante a nivel global en arquitectura y diseño, son otra muestra de estos cambios.
El jurado del certamen recibió en 2024 206 proyectos. Tres salieron como ganadores y 27 recibieron menciones de honor. Destacan entre los vencedores el sentido primordial de esa innovación arquitectónica. Dos de los proyectos que triunfaron se centraron en combatir la contaminación a través del reciclaje, ya sea de residuos físicos o del propio aire. No han pasado todavía de la fase de proyecto, pero sus líneas maestras ejemplifican los retos en diseño sostenible de los rascacielos modernos.
Urban Intercropping, cómo conjugar urbanismo y agricultura
El primer premio del certamen de 2024 recayó en el equipo chino responsable del proyecto Urban Intercropping. Podría decirse que este particular edificio (o idea para un conjunto de edificios) trata de combinar lo urbano con lo rural, integrando plantaciones en vertical con unidades de vivienda modulares para aprovechar el espacio para cultivos o residentes en función de las necesidades de la ciudad.
Gracias al uso de plantas específicamente seleccionadas, Urban Intercropping mitiga las tormentas de polvo urbanas y ayuda a purificar el aire, pudiendo crear incluso corredores entre edificios para facilitar los desplazamientos en altura. Un conjunto que busca mejorar la calidad de vida de las ciudades al tiempo que aumenta su resiliencia.
Streamline Concerto, vivienda para regenerar el río Amarillo
Jianwei Zhu, Haoyu Liu, Yi Liu y Yanchu Liang son los diseñadores de Streamline Concerto, un singular proyecto que busca regenerar la ecología del río Amarillo creando un muro habitable donde las viviendas se construyen en forma de cuevas. Diseñado para reducir la erosión, esta suerte de megabloque lineal combina apartamentos a la manera de una cueva con laboratorios dedicados a la mejora del suelo y el agua, todo ello mientras reduce el riesgo de inundaciones por desbordamiento.
Una idea bastante innovadora de Streamline Concerto es su propuesta de iniciar la construcción con un muro de contención impreso en 3D utilizando los propios sedimentos del río y residuos locales como paja y todo tipo de vegetación procedente de industrias, creando una muralla tras la cual se pueden instalar las viviendas. Una vez contenido, el río tendría mucho más fácil recuperar su vida natural perdida.
Ocean Lungs: un rascacielos para proteger los océanos
La tercera posición es sin duda la más llamativa y sofisticada de las tres ganadoras de este año. Ocean Lungs es obra de un equipo de arquitectos egipcios que imaginan un rascacielos submarino, valga la contradicción, como herramienta de captura de carbono a gran escala. Instalado a una profundidad de 1.000 metros bajo la superficie en su punto más bajo, se segmentaría en diferentes vértebras de las que saldrían ramales de esferas membranosas, capaces de funcionar como un purificador al retirar el CO2 y ciertas impurezas del agua.
La columna central es utilizada tanto como elemento estructural como para conducir el agua a través de todo el edificio, fluyendo mediante estaciones de bombeo desde el punto más inferior (donde el agua es más fría) a la zona superior, donde se instalaría un arrecife coralino formado en torno a una estructura de aragonita. Finalmente, ya en la superficie, habría espacio para una zona de generación de energía solar, un puerto y un centro de investigación oceánica, que es otro de los propósitos de este proyecto de geoingeniería.