Autor | Eduardo BravoLa apuesta de las ciudades inteligentes por la tecnología, la sostenibilidad, la innovación o la accesibilidad no solo ha mejorado la calidad de vida de los habitantes de esos lugares: también se ha convertido en un hecho diferencial a la hora de que los turistas elijan dónde pasar sus periodos de descanso. Se trata de lo que ya se empieza a conocer como destinos turísticos inteligentes.Salvo aquellas personas que deseen aislarse del mundo en esos lugares del planeta en los que no llega el agua corriente o internet, la mayoría de turistas prefieren contar en sus destinos vacacionales con las mismas comodidades que tienen en sus lugares de origen. En otras palabras, poder conectarse a las redes sociales, compartir sus fotografías y experiencias, localizar con facilidad los enclaves relevantes del lugar, acceder a ellos sin demasiadas complicaciones, saber cuáles son los mejores restaurantes y poder pagar en ellos con métodos electrónicos.Para satisfacer esta demanda, las autoridades de diferentes países están aplicando al campo del turismo muchas de esas innovaciones que han convertido sus ciudades en smart cities. Unas medidas que, además de beneficiar al visitante, mejoran esos entornos desde el momento que activan la industria del lugar, los comercios de cercanía y la creación de empleo.En España, la Secretaría de Estado de Turismo ha apostado claramente por los destinos turísticos inteligentes. A través del Sistema Integral de Calidad Turística Española en Destinos (SICTED) se ayuda a los municipios que lo solicitan a mejorar su oferta vacacional por medio de la tecnología, la innovación y el análisis de big data, prestando especial atención a aspectos como la sostenibilidad y la accesibilidad.Todas esas acciones se han concentrado en la Norma UNE 178501 Sistemas de gestión de los destinos turísticos inteligentes –complementada con la UNE 178502 Indicadores y herramientas de los destinos turísticos inteligentes–, que recopila cuáles son los requisitos necesarios para que un destino nacional pueda ser considerado inteligente. Una calificación que, entre otras ventajas, permite entrar a formar parte de las campañas de promoción de este tipo de lugares, tanto en el mercado interno como en el internacional.Los resultados de esa iniciativa pueden verse en www.destinosinteligentes.es. En este portal, una treintena de destinos, entre los que se encuentran Almería, Badajoz, Avilés, Donostia-San Sebastián, León o Murcia, detallan su oferta de turismo inteligente que, en la mayoría de los casos, se diferencia de los enclaves turísticos convencionales por la instalación de red wifi en diferentes zonas de la ciudad, la remodelación del casco antiguo para peatonalizarlo y hacerlo accesible a personas de movilidad reducida y la apuesta por el transporte público. Además, esos lugares acostumbran a diseñar rutas turísticas adaptadas a diferentes perfiles de visitante, digitalizan la información municipal para permitir un acceso sencillo desde los dispositivos móviles y ponen en marcha planes de capacitación para Pymes e incluso para los ciudadanos que lo soliciten, de cara a mejorar servicio y ayudar a los turistas en caso de necesidad.La importancia del trabajo que la Secretaría de Estado de Turismo de España está realizado en materia de destinos turísticos inteligentes ha hecho que sea reconocido por el World Travel & Tourism Council (WTTC) con un premio en la categoría de innovación y tecnología, que fue recogido el pasado mes de abril por Reyes Maroto, ministra de Industria, Comercio y Turismo. Un galardón internacional que prueba que los destinos inteligentes son una tendencia en alza, tanto en lugares que son ya una referencia en el sector turístico, como en aquellos que, hasta el momento, no consideraban esa actividad como estratégica.Uno de los elementos claves de los destinos inteligentes es la sostenibilidad económica y medioambiental. Esto hace que este tipo de turismo resulte muy interesante, tanto para los lugares que desean explorar ese sector como vía para generar riqueza, como para los que ya tienen una industria turística desarrollada. En el caso de los primeros, la sostenibilidad económica buscará que el enclave sea rentable sin necesidad de subvenciones y ayudas pública. En el caso de los segundos, la sostenibilidad medioambiental obligará a establecer límites que eviten la masificación, que preserven el entorno, el patrimonio artístico y que garanticen la calidad de vida de turistas y naturales del lugar.Ese es el caso de Venecia, destino vacacional sin competencia que, a pesar de la rentabilidad a corto plazo que generan los cruceros, está estudiando prohibir que los grandes barcos de turistas atraquen en la ciudad para mejorar la experiencia de sus visitantes, preservar el entorno y minimizar las molestias a los venecianos.En la línea de las autoridades italianas se encuentra Toni Pérez, alcalde de Benidorm, uno de los destinos vacacionales más importantes del mundo que, en el pasado, se asociaba a turismo de aluvión. En el marco del XIX Foro internacional de Turismo de Benidorm, Pérez declaró que su ciudad llevaba tiempo trabajando con el objetivo de convertirse en “el primer destino turístico inteligente certificado del mundo”. Un reto que el alcalde de la localidad levantina encara con el convencimiento de que «aquellos destinos que no aborden la transformación digital estarán fuera del epicentro del turismo global».Con estas palabras, Toni Pérez confirmaba que el turismo inteligente, como las smart cities, no es una moda pasajera sino el futuro del sector. De hecho, para que el mundo de los viajes recreativos o de negocios no muera de éxito, la única salida posible es conciliar, desde el día de hoy, la competitividad, la sostenibilidad y el bienestar de visitantes y anfitriones.Imágenes | pixel2013, DavidEstebanez, Free-Photos, Thomasstaub, Cascalheira, JeShoots-com
¿Qué necesita una ciudad para ser la más feliz del mundo?