Autor | Jaime RamosLa situación crítica en la que nos ha colocado el coronavirus afecta de modo especial a los colectivos más desfavorecidos de la sociedad. En una crisis sanitaria de estas características, la pobreza es una variable que expone a los que la sufren a los efectos negativos de la enfermedad COVID-19, causando un mayor riesgo de contagio y mortalidad.Según los informes de cada país, se estima que unos 150 millones de personas en el mundo, un 2% de la población mundial, no tienen un techo propio bajo el que habitar. La irrupción del coronavirus ha aumentado su vulnerabilidad, requiriendo nuevas medidas para proteger a esta población.Además, las circunstancias que padecen resultan incompatibles con restricciones y limitaciones de derechos como el confinamiento domiciliario, que muchos países ya aplican para combatir la expansión de la pandemia. Por eso, es necesaria una respuesta protectora, inmediata y efectiva de las autoridades.
Hoteles para los sin techo en Londres, pero no en Las Vegas

La Unión Europea trabaja en una respuesta humanitaria
La Unión Europea soporta gran parte del peso actual de la COVID-19 con una respuesta disonante. La labor de muchos países se debate, como hemos visto, entre proteger, más que apartar, a la población más marginal. Según el Comisario de la UE en asuntos de trabajo y derechos sociales, Nicolas Schmit, "vivir en la calle tiene un enorme impacto en la salud, tanto psicológico y físico. Los sin techo están, por tanto, en peligro. Ya de por sí presentan patologías que los hacen más vulnerables. El coronavirus les afectará a ellos y a los que les cuidan. Por eso, es importante brindarles protección también a todos ellos".En esa línea, la Fira de Barcelona ha habilitado un espacio con capacidad para acoger hasta 225 personas vulnerables de Barcelona y alrededores, con la capacidad para ampliarse hasta un aforo de 1.000 personas. No es el único espacio habilitado en la UE con este motivo. En otros países desbordados por la pandemia, organizaciones como Médicos Sin Fronteras están cediendo su experiencia en gestión de desastres. Sin ir más lejos, en Bruselas, capital de la Unión, esta ONG ha instalado un refugio con 50 camas ampliables a 150, mientras que en París sus voluntarios proporcionan asistencia en refugios municipales.¿Qué pasa con los países más pobres?
