Autor | Jaime RamosEl fenómeno global del incremento de la densidad requiere de soluciones inteligentes que solo las ciudades urbanísticamente bien planteadas serán capaces de proporcionar. A ese aumento exponencial de la población se le une el reto que supone las grandes concentraciones de habitantes. Una de las alternativas que ya ha empezado a aflorar para aumentar la eficiencia de los espacios urbanos es el denominado co-living o viviendas compartidas.Si sacamos la calculadora, en la actualidad 757 millones de personas viven en las 101 ciudades más grandes. Suponen el 11% de la población mundial. Las estimaciones elevan ese porcentaje hasta el 23% para el final del siglo. En el año 2100 se espera que la ciudad nigeriana de Lagos alcance los 88 millones de habitantes. Hablamos de poblaciones inimaginables aún en la actualidad y que requerirán de una gestión mayúscula a fin de poder proporcionar unas condiciones de vida dignas para sus habitantes.
¿Qué es el co-living y en que se diferencia de tener un compañero de piso?
Compartir un apartamento o incluso una casa no es un concepto nuevo. De hecho, podemos encontrar menciones a esta forma de cohabitación en la antigüedad. El co-living, sin embargo, es una solución relativamente moderna a las condiciones de habitabilidad de algunas zonas urbanas. La principal diferencia con el modelo tradicional de compañeros de vivienda es que los espacios de co-living agrupan a personas con intereses e incluso trabajos similares. Esto hace que sean mucho más sociales, puesto que promueven que sus ocupantes se relacionen entre sí.
El co-living comenzó a volverse popular en lugares como Silicon Valley, donde programadores, diseñadores gráficos y otros profesionales decidieron agruparse en "tech houses". Estos hogares tienen espacios recreativos comunes y promueven la interacción social entre sus miembros, puesto que poseen trabajos y hobbies similares. El co-living también se ha convertido en una propuesta atractiva durante la pandemia de la COVID-19, puesto que agrupar gente de las mismas profesiones (especialmente si pueden teletrabajar) permite reducir drásticamente el riesgo de contagio al tiempo que se evita la soledad del aislamiento.
Algunos hogares de co-living son propiedad de compañías que los explotan siguiendo modelos similares a los del mercado del coworking. De hecho, los hogares de co-living pueden incluir espacios de coworking, incrementando su atractivo para los trabajadores de la industria tecnológica.
Las múltiples caras del co-living

One Shared House 2030, un ejemplo de smart co-living
Ahora bien, las viviendas compartidas no deberían ser una respuesta que mermase, por no existir otras alternativas, la calidad de vida de los habitantes de las ciudades. Es preciso contar con una gestión inteligente para que realmente se trate de una solución útil.
Casas compartidas y sus beneficios
Esfuerzos como los mencionados son necesarios para instrumentalizar del mejor modo el concepto de viviendas compartidas. Lejos de potenciar la individualización de la sociedad, el co-living permitirá romper barreras y propiciar un apoyo a colectivos minoritarios que puedan necesitar ayuda. Buen ejemplo de esto es el programa Host Home en Massachusetts.Según se precipite el inevitable aumento de población en las ciudades, el co-living irá ganando más y más valor como solución dentro de las ciudades inteligentes. Y, al igual que ocurre con la movilidad, podrían devenir en la obsolescencia del actual concepto de la vivienda en propiedad.Desventajas de vivir en una casa compartida
Aunque el co-living ofrece beneficios tangibles e intangibles, es a menudo criticado porque__ maquilla problemas importantes como precios de alquiler inaccesibles y la baja disponibilidad de inmuebles para vivir independientemente.__ A esto se suman las molestias típicas de vivir con más personas, incluyendo la relativa falta de intimidad. Además de todo esto, existe el riesgo de alterar el equilibrio entre trabajo y vida personal, puesto que las comunidades de co-living pueden dar lugar a burbujas profesionales que hacen mucho más difícil desconectar del trabajo.
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