Autor | Eduardo Bravo¿Cómo se puede planificar una ciudad inteligente? Hasta ahora esta árida labor se desarrollaba sobre la marcha, en base a hechos acontecidos y experiencias externas. Pero también se puede realizar una más eficiente aproximación matemática. Arturo es un algoritmo creado por el estudio español 300.000 Km/s para mejorar la habitabilidad de las ciudades y optimizar las intervenciones urbanísticas, que funciona recopilando las valoraciones que realizan los ciudadanos sobre el entorno en el que viven.A la hora de planificar una ciudad, las Administraciones públicas y los técnicos recurren al urbanismo. Esta disciplina emplea diversos parámetros relacionados con los asentamientos humanos, las particularidades del terreno, las normativas municipales y otros datos más o menos objetivos. Sin embargo, algunos de esos conceptos, surgidos en despachos alejados de los sitios en los que se van a implementar, no tienen por qué ser acordes con las necesidades o gustos de las personas que residen o residirán en esos lugares.Por esa razón, los responsables del diseño de entornos urbanos han comenzado a incorporar a la planificación de las ciudades un criterio que, si bien es más subjetivo y mutable, resulta más afín a las necesidades de los ciudadanos: la habitabilidad.Aunque no es sencillo de definir qué es la «habitabilidad», sí es posible determinar algunas de sus características como, por ejemplo, que ha de ser inclusiva para acoger a todos los ciudadanos o que debe ser justa, ofreciendo oportunidades a todos por igual y prestando especial atención a las personas con mayor desventaja social. Además, debe de ser sostenible con el medio ambiente para garantizar no solo la existencia de la ciudad, sino también de aquellos territorios bajo su influencia.Sin embargo, el hecho de que la habitabilidad dependa de la percepción de los habitantes hace que sea muy complicado dar una única respuesta a preguntas aparentemente sencillas. Por ejemplo: ¿qué es lo que hace que una calle sea más agradable de habitar que otra?Conscientes de la necesidad de definir estos detalles, ya en los años 50 y 60, los situacionistas franceses pusieron en marcha lo que llamaron «derivas». Se trataba de recorridos por entornos urbanos realizados al azar por diferentes personas, que iban registrando su itinerario en un plano y cuyos resultados eran luego puestos en común por todos los participantes. Esas «derivas» dieron lugar a lo que Guy Debord denominó psicogeografía, concepto que busca determinar los efectos de la geografía urbana en las emociones y comportamientos de los individuos.Esta idea de los situacionistas es la que, más de tres décadas después, inspira Arturo, proyecto de inteligencia artificial que, partiendo de las percepciones que los ciudadanos tienen de los entornos en los que viven, pretende crear ciudades más habitables, acordes con las necesidades humanas y ayudar a las Administraciones a optimizar aspectos como la densidad de población, las necesidades dotacionales de los barrios o las infraestructuras que deben construirse en ellos.
¿Qué es el Algoritmo Arturo?
Arturo recibe su nombre de Arturo Soria, destacado urbanista y constructor español de finales del siglo XIX cuya idea de la Ciudad Lineal revolucionó el mundo de la planificación urbanística, gracias a su apuesta por espacios verdes y anchas avenidas flanqueadas de viviendas unifamiliares.Según explican desde la web de 300.000 K/s, «Arturo es un algoritmo de aprendizaje automatizado diseñado para determinar cuáles son las condiciones urbanísticas que hacen que nuestras ciudades sean más habitables y así poder ayudar a técnicos y administraciones». Mientras que la opinión de un único ciudadano puede resultar arbitraria, explican, «si juntamos la de miles de ellos podremos construir una idea precisa de qué es la habitabilidad. Y, con toda esta información, podremos entrenar un algoritmo que clasifique los distintos parámetros urbanísticos y sus combinaciones en función de la habitabilidad que generan».Para entrenar a Arturo, sus creadores han desarrollado un cuestionario que puede ser completado por cualquier persona que desee participar en el proyecto. No hay más que entrar a la web y responder unas preguntas generales relativas al rango de edad, el género o si la persona vive en Madrid (también hay un perfil para usuarios foráneos). En caso de que la respuesta sea afirmativa, hay que determinar en qué barrio y, hecho esto, el usuario accede al cuestionario propiamente dicho, que consiste en decidir cuál de las dos fotografías que aparecen en cada ronda muestra, según su opinión, un escenario más habitable.Entre las imágenes que se presentan se encuentran calles del centro de la ciudad, avenidas de las afueras, polígonos industriales, áreas verdes o zonas de uso comercial. Cada fotografía tiene asociados hasta cincuenta parámetros urbanísticos, como la densidad construida, los usos del suelo, la geometría de los edificios, su antigüedad y otros valores, entre los que se encuentran el ancho de las calles, su jerarquía dentro de la trama urbana, cuáles son las actividades económicas en planta baja y la demografía del lugar.Gracias a las votaciones de los usuarios, Arturo aprende a diferenciar cuáles son las características de las calles consideradas más habitables y, a partir de esa información, clasifica el resto de calles de la ciudad que no fueron valoradas. Por último, extrapola ese criterio al resto de la ciudad.
Urbanismo a desarrollar
Los primeros resultados de Arturo se presentaron a finales de 2018 dentro de #Imperdible03, festival de la Fundación Cotec, organismo que apoya la iniciativa. En el momento de la celebración del evento Arturo había recibido más de 70.000 respuestas aportadas por tres mil personas que determinaron, entre otras cosas, que el barrio más habitable de la ciudad de Madrid era el de Universidad, conocido popularmente como Malasaña.Unos meses después de #Imperdible03, las cifras del entrenamiento de Arturo han aumentado hasta alcanzar casi veinte mil respuestas y cuatro mil participantes. Un número que se espera siga aumentando, pues solo con la participación activa de los ciudadanos es posible definir las necesidades reales de las ciudades que, posteriormente, ayudarán a determinar las actuaciones urbanísticas de las Administraciones.Sin embargo, no solo los organismos públicos tienen acceso a la información generada por Arturo. Los responsables de 300.000 K/s han seguido las recomendaciones de Global Pulse, laboratorio de ideas de Naciones Unidas, que establecen que los resultados de este tipo de proyectos colaborativos deben ser públicos y accesibles a todos los interesados. Si el aprendizaje de Arturo es fruto del esfuerzo colectivo, es justo que toda la comunidad se beneficie de esos resultados y sean accesibles, bien sea para su uso personal o para aplicarlos a otras iniciativas.