Autor | M. Martínez Euklidiadas
Los planes de jardinería urbana son la guía municipal que ayuda a administrar los jardines y la vegetación urbana, las ideas sobre su diseño o sus presupuestos. ¿Tienen en cuenta aspectos como qué especies son alérgicas, cuáles son invasivas, el gasto en agua o la adecuación al clima?
¿Qué es un jardín urbano?
Un jardín urbano es un área verde dentro de una ciudad en la que se cultivan plantas de todo tipo: flores, herbáceas, arbustos bajos, árboles, etc.
Los objetivos de los jardines urbanos son múltiples. Aunque históricamente resultaban un elemento puramente decorativo y ostentoso de los palacios, lo cierto es que hoy en día satisfacen necesidades variadas, entre las que destacan:
● Función estética, especialmente cuando hay cierta composición implicada. Esta puede darse mediante flores, recortando cierta forma sobre un arbusto, o simplemente resilvestrando el entorno.
● Función de filtración de agua. Los jardines, a diferencia del pavimento, permiten que el agua llegue al subsuelo. El jardín de lluvia es un tipo de jardín expresamente planificado para este drenaje a bajo coste.
● Función anticontaminación. La vegetación actúa como filtro antipartículas, absorbente de ruidos o refrigerando el ambiente.
Errores frecuentes a la hora de desplegar un jardín urbano
Algunos de los errores más frecuentes incluidos dentro de los planes de jardinería urbana están:
1. Usar especies no locales
El césped verde y las flores de colores llamativos son muy frecuentes en jardinería, pero con frecuencia no son especies endémicas o locales. En estos jardines, el coste en nutrientes y agua es muy elevado, problemático para climas secos.
Lo ideal es hacer uso de plantas locales. Aunque el verde del césped tenga más presencia y las flores queden "mejor" estéticamente (obviamente, esto es subjetivo), una jara o una planta de aloe vera tendrán unos requisitos de agua casi nulos.
2. Arrancar o cortar las ‘malas hierbas’
Las plantas ‘no productivas’ o poco estéticas han recibido la categoría de ‘malas hierbas’, cuando su función ecológica es enorme. Algunas ayudan a condensar gotas de agua que permean el suelo y llegan a plantas cercanas. Otras sirven para fijar nutrientes que plantas vecinas no pueden alcanzar. Hay quien ‘descuida jardines’ como parte de una desobediencia hortícola que persigue la restauración ecológica.
3. Plantar especies alérgenas, tóxicas, con espinas
No todas las personas son alérgicas a los mismos compuestos, pero sí hay alérgenos relativamente universales a los que buena parte de la población es susceptible. Evitar su plantación buscando alternativas es siempre posible porque existen especies sustitutas locales (que pueden ocupar el nicho ecológico de otra) para prácticamente cualquier especie. Asimismo, conviene evitar especies que resulten tóxicas a personas y sus mascotas; o que contengan espinas.
4. Plantar especies invasoras
Una planta invasora puede causar estragos dentro de un ecosistema urbano —que ya de por sí es bastante vulnerable debido a su fragilidad ecosistémica— a pesar de que sea muy bonita. Estar informados sobre las especies invasoras mirando el catálogo con alguna persona experta en ellas siempre será una opción adecuada.
5. No tener claro el objetivo del jardín urbano
Para qué se está plantando dentro de una ciudad es una pregunta que todo planificador debería hacerse, porque no todas las especies se comportan igual o tienen los mismos beneficios y cobeneficios. Algunas dan más sombra, otras albergan más insectos, unas terceras fijan más nutrientes, etc.
No siempre es posible maximizar todo, y es necesario entender cuáles son los motivos del jardín. ¿Filtrar agua? ¿Evitar el calor? ¿Compensar la infraestructura gris? ¿Servir de anclaje a otras especies? Los técnicos municipales, a veces mediante acciones rápidas de urbanismo táctico, pueden experimentar para dar con las mejores soluciones urbanas.
Imágenes | Chris Chatham, duong chung