Autor | Arantxa HerranzSan Francisco. La ciudad del puente rojo y de la cárcel de Alcatraz. Una de las urbes más grandes de Estados Unidos y sede de importantes compañías tecnológicas: Twitter, Apple, Dropbox… La cuna del emprendimiento y de las empresas más admiradas para trabajar en ellas, firmas que a su vez buscan profesionales altamente cualificados a los que atraen con altos salarios y bonificaciones.Esa moneda tiene otra cara. El alto poder adquisitivo de los habitantes más privilegiados de San Francisco ha contribuido a elevar drásticamente los precios del alquiler, la comida y otros costes de vida. Al mismo tiempo, muchas pequeñas empresas son incapaces de competir con esos niveles salariales, lo que aumenta las desigualdades dentro de las áreas metropolitanas.Una de las consecuencias de estas desigualdades es que se ha producido un aumento de la presencia de personas sin hogar. Esta concentración de vagabundos también conlleva que los dueños de los negocios de esas zonas, así como los residentes y los políticos, debatan sobre cómo "lidiar" con el problema.
Un mapa de la desigualdad
Para intentar poner remedio a estas situaciones, lo primero que hay que hacer es conocer bien los datos. Tres grupos diferentes han recopilado datos sobre la demografía de San Francisco con el objetivo de hacer un mapa de la desigualdad que sirva a los responsables de formular políticas y a los defensores de la comunidad a diseñar soluciones para la desigualdad en la región.Así nace Bay Area Equity Atlas, cuyo objetivo es mejorar las vidas de los residentes de la clase trabajadora y de las minorías en la región. Uno de sus informes más recientes constata, por ejemplo, que los altos funcionarios electos en el Área de la Bahía tienen una sobrerrepresentación de las personas blancos (especialmente los hombres), mientras que las comunidades latinas y de las islas de Asia o del Pacífico están subrepresentadas.
¿Y si creamos una app?
Algunas ciudades han propuesto soluciones basadas en tecnología para intentar dar solución al problema de las personas sin hogar, especialmente desde el punto de vista de tener aplicaciones para localizar a los sin techo y sacarlos de la calle.Estas aplicaciones suelen estar concebidas para que las personas que viven o trabajan en los barrios donde se producen estos asentamientos puedan informar a las autoridades de forma rápida y remota. Si alguien que se encuentra sin hogar está merodeando en un negocio local o si parece que necesita atención médica, solo se necesitan unos pocos clics para que la ciudad tome conciencia de dónde está esta persona que necesita ayuda.Pero el debate está servido. Mientras que algunos consideran que estas herramientas son un salvavidas y una solución inteligente para un problema generalizado (el reto es que suponga una forma de que las personas sin hogar puedan obtener ayuda rápidamente), para otros no deja de ser un chivato de dónde están estas personas sin recursos.La ciudad de Seattle tiene una aplicación, denominada "Find It, Fix It", que permite que los residentes pueden alertar a la ciudad de problemas públicos con un mensaje que incluya una ubicación y una descripción. Los usuarios envían problemas por categoría, como vertederos ilegales, grafitis, animales muertos y "otras consultas". Y es aquí donde se está produciendo un aumento de las notificaciones de estos campamentos de gente sin hogar.
Todo depende del sistema
Muchas veces se suele decir que la tecnología no es buena o mala per se. Lo que hace que tome ese cariz es el uso que se le dé. Y es algo que podemos extrapolar a esta situación. ¿Se pueden crear y desplegar aplicaciones que ayuden y que no perjudiquen a las personas que no tienen hogar?La respuesta, seguramente, estriba en la efectividad del sistema de servicios para personas sin hogar que tenga la ciudad. En los recursos de los que dispone para atender a estas personas. Y, por supuesto, en la forma en que las comunidades conviven con una población en riesgo muchas veces incomprendida.Imágenes | Jimmy Chan, Brett Sayles, Alvin Decena, Matt Collamer