Autora | Raquel C. Pico
Ha sido uno de los grandes retos de ingeniería de las últimas décadas: la Presa de las Tres Gargantas, en China, utiliza la fuerza del río Yangtsé y tiene unas dimensiones tan colosales que se puede ver desde el espacio.
Las razones para la construcción de la Presa de las Tres Gargantas fueron tanto de utilidad como de seguridad. Por un lado, se buscaba aprovechar el potencial del río —uno de los más largos del mundo— para generar electricidad. Por otro, el embalse también permitiría controlarlo y evitar los efectos de las crecidas. Las inundaciones habían tenido importantes consecuencias a lo largo de la historia.
La idea de construir una prensa en el río Yangtsé era, en realidad, bastante antigua. Se empezó a plantear ya a principios del siglo XX, aunque no ha sido hasta el XXI que el proyecto fue finalizado tras una inversión milmillonaria y puesto en marcha. Para ello se necesitaron casi dos décadas de trabajo.
Ahora, es una de las megaconstrucciones más reconocidas del planeta. Si bien responder a cuál es la prensa más grande del mundo no es una pregunta sencilla —puesto que se pueden usar muchos criterios para elegir a la ganadora—, la de las Tres Gargantas es una contendiente clara. En términos de producción de electricidad, es la que encabeza la lista. La capacidad de generación eléctrica de la Presa de las Tres Gargantas alcanza los 22.500 MW.
La importancia de una ingeniería sostenible
Pero la historia de la presa también ha evidenciado la importancia de apostar por una ingeniería sostenible, de comprender cómo estas megaconstrucciones impactan en el entorno en el que se levantan. Aunque es cierto que la energía hidroeléctrica es más limpia en huella de carbono que otros modos de producción de electricidad, no está exenta de tener un impacto en su entorno. Mucho más cuando el tamaño de la infraestructura es como el de la Presa de las Tres Gargantas.
Cualquier intervención sobre las cuencas de los ríos impacta sobre su biodiversidad. Igualmente, lo hace sobre los caudales —lo que lleva a que los efectos sobre la naturaleza no solo ocurran en la parte embalsada, sino también en el resto del flujo— o sobre los sedimentos.
En el caso concreto de la Presa de las Tres Gargantas, se han producido ya corrimientos de tierras y algunos estudios conectan la existencia de este gigantesco embalse con un cambio en la actividad sísmica. Igualmente, se ha reducido el número de peces en el río, lo que ha llevado a que impongan moratorias a la pesca. Aunque las autoridades justifican la situación vinculándola con una sobreexplotación previa, los pescadores denuncian que es un efecto de la propia presa, ya que impide la circulación de los peces y nos les permite remontarlo.
A todo esto, hay que sumar que existe un debate en la actualidad sobre si la presa es realmente eficiente en el control de las inundaciones, que era una de las razones claves para su construcción. Al fin y al cabo, y a pesar de su existencia, se han producido episodios en estos años en los que el río Yangtsé ha inundado su cuenca.
Planificación urbana para afrontar los retos
El impacto de la Presa de las Tres Gargantas no solo llega a la naturaleza. El gigantesco embalse ha afectado también al desarrollo urbano de las zonas afectadas. Dos ciudades, 114 pueblos y 1.680 aldeas desaparecieron para dejar paso a esta infraestructura.
Durante los años de construcción fue necesario reubicar a una población de 1,3 millones de personas. Sin embargo, los movimientos poblacionales no terminaron con el arranque de su funcionamiento, ya que los movimientos de tierras y el impacto medioambiental llevó a que miles de personas tuviesen que dejar sus hogares a principios de la pasada década.
Las autoridades chinas prometieron reubicar a quienes vivían en la zona afectada y construir nuevos asentamientos. El proceso no siempre fue sencillo. Como reconocían algunos residentes, no había alternativa a la mudanza y la tierra de destino no necesariamente era igual que aquella de la que habían salido.
Para algunas familias supuso una pérdida de ingresos y una mayor incertidumbre económica. Aunque las autoridades ofrecieron en su momento cambios de residencia, en ocasiones esto implicaba irse a vivir a cientos de kilómetros de su región de origen. Las indemnizaciones recibidas fueron bajas —la población desplazada sigue reclamando que se suban las cifras— y han tenido un efecto negativo en sus condiciones de vida.
Algunos cálculos estiman que la construcción de la prensa desplazó a 3,67 millones de personas y afectó de un modo u otro a 54,8.
La transición también resultaba compleja porque implicaba en ocasiones pasar de una zona rural a una urbana, lo que obligaba a cambiar de estilo de vida. Igualmente, se produjo una pérdida de patrimonio, tanto material como inmaterial.
Chongqing, la ciudad de rápido crecimiento
Al cambiar la estructura del río, lo hizo también el entramado urbano en sus orillas. La ciudad de Chongqing se benefició de los cambios sobre el Yangtsé en términos de navegación fluvial, lo que permitió abaratar los costes del transporte de mercancías. En las últimas décadas, la ciudad se ha convertido en una de las áreas de mayor crecimiento económico en China, algo a lo que también han contribuido la industrialización de la zona y los cambios administrativos.
Esto ha llevado a su vez a que su población se dispare: Chongqing es ya la ciudad más grande en términos de población del mundo (esto es, la que lidera el listado si no se analiza toda la aglomeración urbana). Sin embargo, Chongqing no es un ejemplo en urbanismo. Los grandes edificios dominan la ciudad, pero su construcción no ha tenido en cuenta criterios como el acceso a la luz natural —y dejan amplias zonas de sombra— o los flujos de tránsito urbanos —aprisionando entre los rascacielos las autopistas y carreteras—. De hecho, la imagen más viral de esta urbe es la de un edificio por el que pasa una de las líneas de metro.
Este crecimiento explosivo, unido a un urbanismo desordenado, abre potenciales problemas futuros en términos de ordenación del territorio y de calidad de vida de sus habitantes. La contaminación ya es un problema. Una de las investigaciones recientes del Banco Mundial aborda el reto que supondrá hacer una transición verde: ahora mismo el 75% de la energía que consume Chongqing proviene de los combustibles fósiles y su huella de carbono es ocho veces superior a la que tienen las áreas metropolitanas de Tokio o Seúl.
Por tanto, la lección que se podría extraer de este proyecto es que una construcción de estas características debe ir siempre acompañada de una estrategia clara de planificación urbana, en la que se aprovechen nuevas ideas para mejorar la calidad de vida de la ciudadanía. Incluso, pueden ser oportunidades para ensayar nuevas formas de vida urbana más eficientes y positivas.
Imágenes| menabrea/iStock, powerofforever/iStock, urf/iStock, 4045/iStock, CHAO-FENG LIN/iStock
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