Autor | Lucía Burbano
En un principio, el Hyperloop reúne todas las cualidades para convertirse en el medio de transporte de masas del futuro; es extremadamente rápido, sostenible y tecnológicamente puntero. Pero sus elevados costes de I+D y la competición con redes ferroviarias ya presentes y ampliamente operativas han echado un jarro de agua fría sobre sus proponentes. Sin embargo, varias ciudades apuestan todavía por invertir en proyectos que las sitúen a la cabeza de la altísima velocidad.
El auge y posterior silencio de Hyperloop
Hyperloop es un sistema de cápsulas de transporte para pasajeros y mercancías que levitan sobre “raíles” electromagnéticos dentro de túneles a baja presión. Gracias a una menor fricción con el aire y al hecho de que básicamente vuelan, puede sobrepasar los 1.000 km/h con un mínimo coste energético y unas emisiones cinco veces inferiores a las del tren de alta velocidad y casi 25 veces menos que los aviones comerciales.
Desde que Elon Musk introdujera este concepto en 2013, empezaron a anunciarse proyectos en regiones como Estados Unidos, Europa, Asia o el Golfo Pérsico, todos lejos de completarse, ya que los obstáculos, además de multimillonarios, son técnicamente muy complejos.
Uno de los principales retos tecnológicos del Hyperloop es la creación de un entorno de baja presión dentro de los tubos, crucial para permitir que las cápsulas de pasajeros viajen a velocidades tan altas. Los investigadores están estudiando diversos materiales, como compuestos de fibra de carbono y polímeros avanzados, para crear juntas herméticas y estructuras ligeras que puedan soportar las tensiones de los viajes a alta velocidad.
Otro reto importante es el desarrollo de un sistema de propulsión que pueda acelerar las cápsulas sin causar molestias a los pasajeros. Los desarrolladores están recurriendo a la tecnología de levitación magnética, que utiliza potentes imanes para elevar y propulsar las cápsulas a lo largo del tubo.
Este método elimina la fricción, aunque la aplicación de esta tecnología a gran escala presenta sus propios retos, como la necesidad de sistemas de control precisos e imanes de alto rendimiento.
Ciudades que aún apuestan por el Hyperloop
Edmonton-Calgary
FluxJet es el nombre del Hyperloop de la canadiense TransPod, que quiere reducir la conexión ferroviaria entre Edmonton y Calgary en 45 minutos. Desde que anunció una financiación inicial de 550 millones de dólares a principios de 2022, ha construido y empezado a probar un prototipo de Hyperloop que está pendiente de que la Ley de Ferrocarriles de Alberta le dé permiso para adquirir unos terrenos en el aeropuerto de Edmonton donde se ubicará su infraestructura.
Las Vegas
Desarrollado por The Boring Company de Elon Musk, el Vegas Loop quiere conectar a los casinos del Strip, el aeropuerto internacional Harry Reid, el estadio Allegiant, el centro de Las Vegas y, finalmente, Los Ángeles. Una vez completado, el Vegas Loop transportará más de 90.000 pasajeros por hora.
Delhi-Mumbai
DGW Hyperloop introdujo el desarrollo del sistema Hyperloop en India en 2016 y ya ha completado un estudio de viabilidad del Corredor Hyperloop Delhi-Mumbai, que pretende rebajar el transporte de pasajeros de 3 horas a 62 minutos.
Delhi-Mumbai es la ruta aérea nacional más transitada de la India y la séptima del mundo.
Colaboraciones público-privadas
Las administraciones públicas también son actores principales para impulsar el Hyperloop como medio de transporte del futuro.
En primer lugar, es crucial establecer un marco normativo claro: la Comisión Europea, por ejemplo, ya está trabajando para incorporar el Hyperloop a su red de transporte.
En segundo lugar, los fondos públicos pueden utilizarse para estimular al sector privado y cubrir parte de los costes de inversión necesarios. Recientemente se anunció que el Fondo del Consejo Europeo de Innovación (EIC) de la UE ha destinado una sustancial parte de los 12 millones de euros al Centro Europeo de Hyperloop (EHC) que se está construyendo en Holanda.
Fotografías | TransPod, Hyperloop TT